Las zanahorias diminutas
–Por favor, no metas el dedo en la crema. Desde atrás la abraza, pega su cuerpo al de ella y enrosca su cuello, la barba rozándole los tirantes del mandil, impoluto, con un remiendo de pespuntes blancos en la esquina de la derecha. Ella con miedo de que algún pelo negro y rizado caiga sobre...