Una canción para la Magdalena
(Joaquín Sabina – Pablo Milanés)
Por las noches, sin la careta del día somos más auténticos y podemos hablar de esto también… Que, si no pudo contenerse el cristo de la cruz, mal puedo yo.
Si a media noche con mi borrachera…
Tal vez nos hemos cruzado compadre Joaquín, con un vaso de wisky en una mano, el cigarrillo en la otra y la buena compañía de una santa Magdalena. La ruta es bien conocida. Y entre la soledad y el hastío de mil noches interminables, más de una vez encontré refugio, consuelo y amistad sobre sus tibios vientres.
Muerto de sed y mas solo que la luna…
A las decenas de Magdalenas que esperaron mi llegada noche tras noche con sus cálidas y repetidas palabras de bienvenida, va un sincero brindis por ellas. Que, con sus insomnios perpetuos de estatuas vivientes me dieron cobijo con sus brazos de algodón y sus perfumes baratos. Y con la gracia y el oficio de una amante enamorada, entre copa y copa intercambiamos penas, risas, sexo y saliva. Honrando la abstinencia y la penicilina de vez en cuando, como medallas de batallas. Para todas las Magdalenas, mis respetos; quienes como yo imploraban compañía; mientras supimos ser próximos y bellos. Y entre besos y humo, engañábamos una noche a la vez, sin importarnos las miserias humanas…
En tanto, las luces de colores danzaban al ritmo de mis deseos, la más puta de todas las señoras, la más señora de todas las putas, con la gracia de la flor en primavera se abría magestuosamente hasta la aurora, impregnada de amor. Con su corazón de ferviente religiosa, la virgen del pecado, amiga, amante y psicóloga, no cuestionó jamás si falte a una cita, por cumplir en casa. Y aunque sus sabanas no eran de seda, se me parecían bastante…
¡Por eso
amigos, complices y camaradas
alcemos nuestras copas y brindemos mil veces por ellas!
Letras
Si a media noche, por la carretera
Que te conté
Detrás de una gasolinera
Donde llené
Te hacen un guiño unas bombillas
Azules, rojas y amarillas
Pórtate bien y frena
Y si la Magdalena
Pide un trago
Tú la invitas a cien
Que yo los pago
Acércate a su puerta y llama
Si te mueres de sed
Si ya no juegas a las damas
Ni con tu mujer
Sólo te pido que me escribas
Contándome si sigue viva
La virgen del pecado
La novia de la flor de la saliva
El sexo con amor de los casados
Dueña de un corazón
Tan cinco estrellas
Que hasta el hijo de un Dios
Una vez que la vio
Se fue con ella
Y nunca le cobró
La Magdalena
Si estás más solo que la luna
Déjate convencer
Brindando a mi salud, con una
Que yo me sé
Y cuando suban las bebidas
El doble de lo que te pida
Dale por sus favores
Que en casa de María de Magdala
Las malas compañías son las mejores
Si llevas grasa en la guantera
Y un alma que perder
Aparca junto a sus caderas
De leche y miel
Entre dos curvas redentoras
La más prohibida de las frutas
Te espera hasta la aurora
La más señora de todas las putas
La más puta de todas las señoras
Con ese corazón
Tan cinco estrellas
Que hasta el hijo de un Dios
Una vez que la vio
Se fue con ella
Y nunca le cobró
La Magdalena
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