El huésped
Zhorbel apareció un día cualquiera. Nadie supo cómo ni cuándo. Su llegada fue tan sigilosa que parecía haber habitado por siempre, inmóvil, en el comedor auxiliar de la vieja casa, como tantos otros objetos que olvidamos con el paso del tiempo. Fue en el verano del ’85 cuando lo descubrí al volver del trabajo. Pensé que alguien...