El reloj
Mi mujer estaba histérica. Llevaba toda la mañana dando la tabarra con lo mismo y yo, de natural calmado, estaba llegando ya al punto de ebullición, incapaz de seguir concentrado en lo mio; aquél en el que ya no me queda más remedio que levantarme de mi butaca, cerrar el portátil e implicarme en el...