El soldado sin ojo.

El soldado sin ojo.

Chica 3D

11/03/2018

En esta historia vamos a hablar sobre un chico que lo dio todo en la guerra y de cómo su vida cambió para siempre.

Estamos hablando de Scott Miller, un ex soldado del ejército de los Estados Unidos de América; ingresó en el ejército con la edad de 20 años.

Él siempre había sido un chico de sacar buenas notas y destacaba por ello, aunque nunca se planteó en ser soldado como su padre; es más, siempre dijo que el soldado de la familia debería haber sido su hermano mayor, llamado Abel, que era 10 años mayor que él (sí, su hermano tiene un nombre británico).

Scott tenía muy claro que quería montar una empresa para tener el monopolio en todo el mundo de las energías renovables, así podría ir cambiando el mundo poco a poco, o al menos es lo que siempre decía. A los 19 años de edad, mientras que estaba en la universidad estudiando administración y dirección de empresas, su padre estaba en una guerra, que se llevaba a cabo en Irak. El chico deseaba con todas sus fuerzas, y todos los días, que su padre pudiera regresar a casa algún día, pero sobre todo que volviera vivo.

-Flashback-

Scott estaba en una hora libre; se encontraba en la biblioteca estudiando para los exámenes finales antes de Navidad. La Navidad era una época que a él le encantaba porque significaba que iba a poder ver a su padre regresar a casa por unos días. Estaba concentrado leyendo un libro sobre Adam Smith y su teoría económica, cuando le llamó la directora de la universidad.

-Scott, necesito hablar contigo a solas. Vamos a mi despacho, por favor, que ha venido tu familia- Dijo la directora sin ocultar algo de preocupación por el chico.

-Claro- Scott se levantó de la silla y fue con la mujer hacia su despacho sin la mínima sospecha de lo que había podido pasar.

Cuando llegaron, él no se podía imaginar lo que estaba ocurriendo, sólo veía a su hermano triste y a su madre llorar desconsoladamente.

-¿Qué ha pasado?- preguntaba el chico inocente.

-Nos dijeron esta mañana a primera hora que papá ha muerto…-Dijo Abel triste.

En ese momento aquel chico que estaba feliz, se dio cuenta de cómo todo el mundo se le caía encima, de cómo esas navidades no iba a poder ver a su padre y quería saber quién lo había matado.

-¿Cómo ha sucedido? ¿Quién le ha matado?-preguntó Scott nervioso y llorando-

La madre se levantó de la silla que estaba en frente de la gran ventana del despacho y sólo pudo ir hacia donde estaba su hijo, que no paraba de llorar, y abrazarle.

-Hijo- dijo la madre separándose de él- No sabemos mucho, pasado mañana estará el cuerpo aquí y podremos hacerle un entierro como se merece y poder despedirle por última vez. Hemos venido lo antes posible en cuanto nos hemos enterado, queremos que vuelvas a casa unos días y que estés allí tranquilo.

-Pero… Mamá, tengo los exámenes finales y no puedo faltar -dijo Scott llorando por la pérdida de su padre-

-De eso no te preocupes -dijo la directora- he hablado con los profesores en cuanto me he enterado… Eres un alumno que no baja del A-, vas muy bien en todas las asignaturas así que hemos decidido no hacerte los exámenes.

-Gracias… Pero… no creo que sea justo, mis compañeros… -Empezó a decir Scott pero fue interrumpido por la directora-

-De compañeros nada, Scott eres el alumno más brillante que hemos tenido en años, necesitas estar con tu familia unos días… -dijo la mujer sonriéndole- no te preocupes por tus notas que sabemos que no vas a bajar.

-Gracias -dijo Scott intentando sonreír-

-Ahora ve a por las cosas que necesites para volver a casa -dijo la madre-

El chico salió de aquella habitación en estado de shock, en ese momento quería que le dijeran que todo había sido una broma y que su padre había vuelto sano y salvo; pero parecía que no. Conforme iba a la biblioteca a recoger todas las cosas que había dejado allí, se daba cuenta de lo mucho que necesitaba salir de aquel lugar, así que se apresuró y fue lo más rápido que pudo. Cuando terminó de recoger todos los libros, sabía a ciencia cierta de que tenía que saber más sobre qué le había pasado a su padre y que lo iba a investigar de una manera u otra.

Acabó con todo lo que tenía que hacer para irse a su casa con su madre y con su hermano, se dirigió al despacho y ya pusieron rumbo hacia su casa.

Durante el camino nadie hablaba, era un silencio bastante incómodo del cual nadie podía deshacerse, sólo se escuchaba el aire de la carretera contra el coche y el ruido del motor de los otros coches; algunas veces también se escuchaba como la madre de Scott rezaba en susurro o se sonaba la nariz.

-Mamá, por mucho que reces papá no va a volver- Dijo Abel pendiente de la carretera ya que iba conduciendo-

-Lo sé, pero al menos quiero que esté bien… esté donde esté- dijo ella echándose a llorar-

Al cabo de un rato en el cual nadie habló más que esas dos frases llegaron a su destino, a la casa en la que habían vivido durante 15 años y que le traía muchos recuerdos a Scott. Nada más entrar, el chico fue a su habitación a dejar todas las cosas y a encerrarse para no saber nada de nadie. En ese momento no quería nada más que estar solo y poder pensar en todo lo que había pasado. Sólo le quedaba esperar hasta que fuera el entierro de su padre y así poder despedirse de él.

Pasaron ya los dos días, era la hora del entierro y todo el mundo se encontraba en el cementerio. Allí estaban tanto parte de la familia del padre como algunos familiares de la madre de Scott, para poder despedirse de aquel familiar que había muerto en nombre de su país; cada uno de los familiares les daba el pésame a la mujer y a los hijos de Richard Miller.

Estaban escuchando al sacerdote, que leía pasajes de la Biblia y decía algunas palabras, palabras que a Scott le sonaban y sonaban en la cabeza. El chico sólo quería irse de allí y no aparecer más hasta el año siguiente porque no quería ver aquella realidad… La realidad de que su padre había muerto.

Pasado un tiempo que a Scott se le hizo interminable, ya se acabó el entierro, todo el mundo se fue y solo quedaban Scott, Abel y la madre de ellos.

-Iros vosotros yo me quedaré un rato más, ya cogeré un taxi para volver- dio Scott-

-Vale, ten cuidado, hijo- dijo la madre y le dio un beso en la mejilla.

En cuanto se fueron, Scott se sentó al lado de la tumba de su padre para poder hablarle.

-Hace un día precioso ¿a que sí?- dijo mirando a la lápida- ya, ya… no hace falta que contestes… ¿Cómo has muerto? Me prometiste que nunca lo harías, que siempre ibas a volver a casa y aquí estamos… Sí que has vuelto, pero no vivo…

El chico se levantó y se quedó mirando la lápida en la que ponía el nombre su padre, llorando de impotencia. Todavía no se lo creía, no se creía como el hombre que más ha admirado en el mundo estuviera ahí, metido en una tumba.

-Siempre pensé que el que iba a seguir tus pasos iba a ser Abel, pero no, él se dedicó a estudiar Derecho, y yo seguí por el camino de montar mi propia empresa- dijo con una pequeña sonrisa mientras que las lágrimas caían hacia el césped verde- ¿sabes? La idea del ejército no está mal, creo que voy a meterme y así poder seguir tus pasos… además, el mundo está dirigido por las petrolíferas no por las compañías dedicadas a las energías renovables… Así que, mañana mismo iré a alistarme, y no me puedes decir que no.

Scott fue a su casa convencido de que la decisión que había tomado, esa decisión que le iba a cambiar la vida totalmente, era la correcta, pero sabía que lo hacía por su padre y también por él mismo.

-Fin del flashback-

Scott había hecho grandes cosas… Se alistó al ejército, en cuanto terminó su período de adiestramiento lo enviaron al mismo sitio en el que estuvo su padre. Durante su estancia en Irak lo pasó bastante mal, no sólo por la guerra si no porque perdió un ojo, a causa de una granada que le tiraron a él y a su pelotón.

Después de la pérdida del ojo, Scott ya estaba incapacitado como soldado, sólo había durado un año en Irak. Cuando volvió a su casa tenía 23 años, su madre y su hermano estaban muy orgullosos de él porque al menos había vuelto con vida.

El chico decidió seguir con su idea de la empresa de energías renovables. Al principio empezó poco a poco en la creación de esa empresa, pero a los 5 años ya era el empresario más joven y con más dinero del mundo. Con tan sólo 28 años ya había invertido dinero en las energías renovables por todo el mundo, en la investigación contra el cáncer y también donada grandes cantidades de dinero a las ONG.

Hoy era un día normal en la rutina de Scott, iba a una reunión con una empresa que estaba en Seattle, una de las empresas más grandes en el mundo que quería apostar por la energía renovable. Llegó a la puerta de la empresa la cual tenía unas letras muy grandes en las que ponía “BLACK”, entró y se encontró con una gran recepción donde preguntó por el despacho del señor Black.

Se dirigió hacia los ascensores, y uno no tardó mucho en abrir sus puertas. Entró en él con su maletín marrón oscuro en el cual llevaba muchas propuestas, se quedó pensando en cómo iba a salir este negocio hasta que las puertas se abrieron; salió y se encontró con un espacio bastante amplio, de color blanco con unos sillones para poder esperar y con una mesa justo en frente de la ventana. En aquella mesa se encontraba una mujer de unos 45 años, con el pelo moreno apuntando algo en lo que parecía una agenda. El chico no dudó y se acercó a ella.

-Buenos días- Dijo él amablemente-

-Buenos días- Dijo la mujer dejándolo todo y mirándole-

-Soy Scott Miller, tengo una reunión con el Señor Black- Dijo-

-Sí, puede pasar al despacho, Señor Miller- dijo la mujer sonriendo mientras que señalaba una gran puerta de madera-

Scott fue hacia la puerta que estaba cerrada, abrió y vio a un hombre con un montón de papeles.

-Buenas, Señor Miller- dijo el señor Black, sonriendo- por favor, siéntese.

Scott se sentó en una silla que estaba justo en frente de aquel señor que desprendía confianza y amabilidad.

-Hemos estado hablando por correo para poder ponernos en contacto y la idea que usted ha tenido ha sido genial- dijo el señor Black, cogiendo una carpeta con lo que parecían unos informes-

-Sí, no sólo espero que le haya gustado, espero que todo esto vaya a más- dijo Scott sonriendo mientras que sacaba de su maletín unos papeles que deja en el suelo al lado de sus pies-

-Sé que ahora mismo todo lo que sea cuidar el planeta está bien visto pero no solo eso, si no que creo que las grandes empresas deberíamos de aportar nuestro granito de arena- dijo el señor Black convencido.

-Pienso igual que tú, por eso hice todo lo que hice para estar aquí- dijo sonriendo y se fijó en una foto que tenía el señor Black encima de su escritorio, una foto de una chica que parecía ser bastante más pequeña que él, esa chica con los ojos verdosos y pelo moreno-

-Y has hecho bien, por eso deberíamos de ponernos en marcha con todo esto para ver si más empresas se unen a esta idea – Dijo el hombre mirando algunos papeles que estaban en la carpeta que había escogido antes.

-Sí, esperemos- Dijo el chico mirando todavía la foto-

-Sé que es un tema algo delicado, pero me enteré de como perdiste el ojo y de verdad que lo siento mucho… También me enteré de que muchas empresas no quieren hacer negocios contigo por eso mismo -dijo el señor Black mirándole-

-Para la gente es un tema delicado muchas veces porque no saben cómo tratar con un hombre que ha perdido un ojo en la guerra, pero no pasa nada, por eso no dejo de ser persona humana… Y sí, hay gente tan hipócrita que ni se me quieren acercar, pero es peor para ellos ahora mismo podrían estar ganando mucho más dinero gracias a mi empresa- dijo Scott sonriendo- ¿Podría hacerle una pregunta?

-Es verdad lo que acabas de decir y sí, puedes hacerme todas las preguntas que quieras- Dijo el señor Black mirándole-

-La de la foto… ¿Es su hija? -preguntó mirando la foto-

-Si es mi hija, aunque no nos parecemos en nada, ella salió más a su madre y, bueno, aunque tenga sólo 24 años, parece mucho más mayor por la mentalidad que tiene – Dijo el señor Black mirando la foto y sonriendo-

-Bueno, parece que alguien va a seguir con las empresas Black-dijo Scott-

-No creo, ella está estudiando bellas artes, siempre le ha gustado… Es más ese cuadro que está al lado de la puerta lo pintó ella- Dijo el hombre orgulloso señalando el cuadro-

Scott se giró y cuando lo vio sabía que tenía que conocer como fuera más a esa chica que había pintado tal obra de arte. El cuadro solo era un paisaje, en donde se encontraba una casa de campo junto a un rio.

-Es bastante bonito- dijo el chico volviendo a mirar a aquel hombre que era el padre de la chica de la cual se había enamorado por una simple foto-

-De todos modos la vas a poder conocer ya que viene a la cena de este viernes- Dijo el señor Black, y eso hizo que Scott se pusiera más contento aún-

Después de esa pequeña conversación se centraron en el proyecto que tenían entre manos. A Scott las horas se le hacían eternas, sólo quería que el viernes llegara…

Aunque la espera fue larga, ya pasaron los días hasta que llegó el viernes. La hora de la cena se acercaba cada vez más y eso incrementaba los nervios del chico que se encontraba en su habitación del hotel poniéndose el traje y arreglándose para la cena.

Cuando ya eran las 8:30 decidió salir de allí y así poder dirigirse hacia la casa de Will Black, que era donde se iba a organizar la cena. Sus nervios iban aumentando conforme se acercaba más a la casa donde estaba aquella chica que no se había quitado de la cabeza en esos días y que cada vez que iba al despacho de Will Black se quedaba mirando por un rato la foto.

Llegó a la gran mansión y no tardó ni dos segundos en estar dentro de la casa para ver a la chica. Buscó con la mirada a Will para ver donde estaba, mientras que pasaba de todas las demás personas. A esa cena iban a asistir personas de todo el mundo; Scott ya conocía a algunas de ellas, aunque había muchas otras que no.

Encontró a Will hablando con un par de hombres y decidió acercarse a él para poder saludarle. En cuanto llegó a su lado sonrió.

-Buenas noches señores- Dijo Scott educadamente-

Los otros dos hombres que estaban con Will saludaron y se fueron de inmediato dejando a los dos solos.

-Buenas noches Scott- Dijo Will sonriendo- espero que te lo pases bien esta noche y que de aquí salgan muchos más negocios.

-Seguro que sí, por mi parte estoy abierto a hablar de cualquier cosa… ¿Y su esposa? Me gustaría poder saludarla- dijo Scott, y se le escapó la mirada hacia una chica que se dirigía hacia ellos, la chica de la foto-

-No tengo, la madre de Stella nos abandonó cuando ella era todavía un bebe de solo dos años- dijo Will mirando hacia su hija-

-Vaya… lo siento… -Dijo Scott sabiendo que en ese momento había metido la pata-

-Hola- dijo la chica sonriendo-

-Hola hija, mira te presento a Scott Miller, el hombre que me ha mantenido ocupado toda esta semana- Dijo Will sonriendo-

-Al menos te ha mantenido ocupado para hacer cosas buenas- dijo la chica sonriendo y miró a Scott- yo soy Stella, encantada.

La chica le tendió la mano educadamente y Scott le dio un suave apretón de mano, notando la suave mano de ella entrelazándose con la suya.

-Es un placer Stella- dijo Scott sonriendo, sabiendo que se tenía que quedar mucho más tiempo allí para poder conocer mejor a aquella chica-

Sipnosis:

Esta historia trata sobre como un chico de 20 años, con el sueño de ser empresario, sufre la muerte de su padre, que es soldado, llevándolo a convertirse en uno también. Estando en Irak pierde un ojo por eso volvió a su casa, haciendo que siga con la idea de poder crear su propia empresa.

A los 28 años de edad, va a una reunión con para hacer unos proyectos junto con otra empresa. En medio de la reunión con el dueño de las empresas “Black”, ve una fotografía de una chica que le llama mucho la atención y la cual conoce en una cena organizada por Will Black, el dueño de las otras empresas.

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