Capítulo 1.- Jul 1268.- El nuevo Dux.- El encuentro de Laura y Marco.

Si existe algún lugar en el mundo, que habiendo tenido sus raíces en la huida, en el terror a los pueblos bárbaros, que habiendo superado multitud de adversidades para sobrevivir en un medio hostil,construido sus casas sobre zancos y pilotes incrustados en el fango, que sus alimentos sin tierras, los proveyese prácticamente solo del mar, que llegara a dominarlo, y que además se convirtiera en un poderoso imperio económico y comercial, y en una ciudad maravillosa plagada de tesoros, ese lugar no podría ser otro que Venecia.

Corre el año 1268, en época de plena expansión de su poder, donde la opulencia y la grandeza, comienzan a ser las características predominantes de la ciudad.

Hoy es 23 de julio, y todo el canal, todo el Vénetto, tiene un aire distinto a lo cotidiano.

Es una jornada de suma importancia para el pueblo veneciano, vamos a asistir a la proclamación de un nuevo Dux, la máxima autoridad de la República Sereníssima.

El sol despliega todo su esplendor sobre la bella laguna, donde se asientan ese centenar de pequeños islotes que conforman la esplendorosa y original urbe.

Laura Cellini, se ha levantado, con la ilusión de aquella muchacha que presiente un maravilloso día, y no solo por la magnificencia que se prevé para el mismo, sino porque está en esa tierna edad de la adolescencia en que crees y esperas, que en algún momento de esos 16 años, se presente tu primer amor.

La muchacha, mira a través de una de las ventanas de la casa familiar que dan al puente de Rialto, y observa cómo se van deslizando góndolas y traghetti, con destino a San Marcos, a través del Gran Canal, la larga avenida de agua que define a la bella y original Venecia.

Convertida en república y reconocida independiente del imperio bizantino desde el siglo IX, Venecia, había logrado reunir bajo su dominio no solo las islas de la laguna, sino en tierra firme, los vénetos de Istria, Triveneto y Dalmacia, ademáse de un control y dominio sobre parte de Creta, Chipre y algunas islas del Egeo.

Su situación estratégica en medio de una extensa laguna, la hizo surgir y florecer con la defensa de la barrera natural de las marismas del Po y otros ríos, lo que impedía el ataque por tierra de caballería e infantería, proporcionando además, el auge natural de una construcción naval que llegaría a ser admirada por todo el orbe.

El Dux, o Dogo, o Duxe en dialecto veneciano, es la representación de la máxima autoridad veneciana, aunque su poder está limitado tanto por los representantes de las grandes y acaudaladas familias, como por los senadores y el poder judicial, que componen el Gran Consejo.

La Serenissima Signora, formada por el Dux, los integrantes del Consejo Menor, seis senadores y tres jueces de la Quarantia o Tribunal Supremo, forman el órgano central de gobierno

«Si è morto il Doge, ma non la Signoria».- “Aunque el Dux haya muerto, estará la Signoria”.

Este sistema impedía el ejercicio del poder por parte de un solo hombre o de una familia, de ahí el término Sereníssima, personificado en la imagen de la justicia, aunque, bien es verdad, que los apellidos de las grandes familias reaparecen generación tras generación en los estamentos políticos, permitiendo sorprendentemente una gran cohesión política.

El pueblo, excluido de las decisiones de gobierno, se siente parcialmente integrado a través de los gremios y cofradías, que juegan un papel importante en el desarrollo laboral y urbano, y prácticamente nulo en lo político, aunque la aristocracia, procuraba compensarlo, ofreciéndole una gran variedad de ceremonias y fiestas, y una notoria permisividad en las mismas.

La singularidad de Venecia, dentro del panorama político europeo medieval consiste, en que ni es una monarquía, ni es una ciudad feudal, sino una república aristocrática, con una economía basada no en las conquistas, sino en el comercio, como puente de intercambio entre Oriente y Occidente.

El muelle de los Schiavoni, en la orilla derecha a la entrada del Gran Canal, el más activo de toda la laguna, diariamente lleno de barcos con mercaderías, inmigrantes y esclavos, hoy permite el aluvión de todo tipo de embarcaciones, en las que llegan desde todos lugares gente para presenciar la ceremonia.

Jacobo Tiépolo, miembro de una familia, cuyas riquezas podrían ser propias de un emperador, iba a ser elevado a los más altos honores venecianos, después de que en 1257, siendo capitán general del mar de la República, derrotara a los genoveses en San Juan de Acre.

Han finalizado los tres días de luto por el fallecimiento del anterior dogo, y el pueblo veneciano, se prepara para una fiesta que no solo le dará la oportunidad de vitorear al nuevo magistrado supremo, sino de disfrutar unos días de mercado, bailes, encuentros, amoríos y toda la lujuria disponible.

Todo lo sufragará el nuevo dux, es el comienzo para ganarse las simpatías del pueblo.

-“Buenos días “saghir”?.

Es el saludo cariñoso, que Fadira suele reservar cada mañana, para comenzar la jornada de una relación que va más allá de la simple prestación de servicios como sierva o criada.

La había traído su padre, Fabrizzio Cellini, patricio muy cercano al Gran Consejo de la ciudad, en uno de sus viajes a Constantinopla, cuando Laura contaba ocho años, y desde entonces pocos han llegado a conocer su pasado y su verdadera identidad, salvo Laura.

Había sido para él, su juguete sexual durante algunos años, pero ahora, había quedado como primera doncella, aunque ella se seguía considerando esclava.

Desde entonces la niña, ha significado su “pequeña”, y para la pequeña, su segunda madre, su maestra, su amiga.

-“Buenos días, “malak?”, ¿se han marchado ya todos?”.

Les gusta utilizar entre ellas palabras árabes, a una porque quiere conocer y llegar a utilizar esa lengua, y a otra, porque la hace sentirse en su lejana Persia.

Se han quedado solas amén de otros criados, en Ca’Cellini, el hogar, la casa familiar, y se preparan a media mañana para participar en el acontecimiento.

-“Mi padre, dirá como siempre, que ha tenido que estar en los preparativos de la celebración, mi madre, se habrá marchado a la Basílica con los suyos, y mis hermanos cada uno de ellos con sus amigos o amigas”.

Fadira, la mira con una cierta pesadumbre, no era una familia que participara conjuntamente en celebraciones, sin embargo, entre ellas, si se había llegado a crear un lazo de unión, aislado del resto, que conllevaba una complicidad y un aprecio mutuo, con un gran significado en sus vidas.

-“No te preocupes, nos marcharemos las dos, y trataremos de disfrutar la mañana”.

Los traghetti, que llevan de uno al otro lado del canal al pueblo llano, y las góndolas en las que se desplazan los patricios, la clase noble veneciana, cada una diseñada y adornada con elementos, banderas y escudos diferentes, están llegando desde los sietes barrios que componen la ciudad.

Lucen banderas y blasones en los edificios y residencias cada vez más imponentes que tras la acumulación de poder y riqueza ha construido la nobleza, casas de piedra y mármol.

Cientos de personas se dirigen hacia la plaza de San Marcos, la Piazzetta, y la Basílica, donde se celebrará la coronación.

El variado colorido en todo su conjunto, proporciona una belleza sin igual en toda la ribera, y el día caluroso de julio, acompaña al evento.

Es ya mediodía, y en la plaza de San Marcos, lugar emblemático para la ciudad, comienzan a desfilar los gremios, encabezados todos con su estandarte correspondiente.

Bandas de música y corales infantiles, alternan su entrada,y se disponen a dar la bienvenida a Lorenzo Tiépolo, el nuevo dogo.

La ciudad se ha convertido en un aluvión de gentes, incluso venidas de tierra firme, desfiles, charangas, mercadillos y ceremonias de recibimiento.

Primero llega el gremio de los maestros forjadores, le siguen los peleteros, luego los pescadores, vidrieros, en fin, cada uno de ellos, enarbolando su estandarte.

En los soportales de San Marcos, donde se ha acumulado la gente para verlos pasar, Laura, fija su mirada, en un atractivo joven que enarbola el estandarte de los mercaderes, y al que creía haber visto anteriormente en otras celebraciones.

-“|Marco,no vayas tan deprisa!”, le observa un compañero del gremio.

Deben de realizar una parada por indicación del maestro? de ceremonias, y Marco baja al suelo el estandarte, permaneciendo de pié un largo tiempo.

Su mirada, se encuentra con la de Laura, y permanece fija a la de ella.

Ninguno de los dos la retira, parece que un imán invisible hubiera atraído sus ojos de tal forma, que les es imposible sustraerse al embeleso que sienten.

Se escucha la voz anterior.

-“!Marcodespierta, deja de mirar a las muchachas y sigue hacia adelante!”.

Reacciona, pero vuelve a mirarla con una cómplice sonrisa, realizando un gesto labial, que parece el envío de un beso, y continúa su marcha.

El corazón de la muchacha, comienza a palpitar de tal forma, acrecentado cuando Fadira bromea con ella.

-“Te has quedado como la mujer de ese personaje de vuestra historiabíblica?, ten cuidado con tus palpitaciones”.

-“Tonta, no me hagas ruborizar, y no presumas del conocimiento de nuestros libros”.

-“Menuda eres tú para eso, y espera porque me parece que esto aún no ha terminado, él no hace más que mirar hacia atrás, se le ha caído por dos veces el estandarte”.

-“¿Has visto su gesto?, no es más que un grosero atrevido”, añadío Laura.

Volvería a ver a aquel “grosero atrevido” aquella tarde.

Coincidieron en las puertas del Palacio Ducal, después de una recepción que el Dux había dado a las familias más distinguidas.

Un grupo de trovadores había amenizado la fiesta, y Laura no dudó en asistir a ella, esta vez en compañía de su madre.

Ésta era una occitana huida de la represión contra los cátaros, y había sido en su juventud cantante e instrumentista del laúd.

Huyó de la hoguera gracias a su marido, y se casó con él, más que por amor, por agradecimiento.

La música había sido y era una de sus pasiones, y se la había inculcado a su hija, quien poseía igualmente una voz maravillosa.

Mientras, la Plaza de San Marcos, vuelve a acoger, en el atardecer de aquel glorioso día, a los ciudadanos de Venecia.

A la salida del Palacio Ducal, Laura se mezcla en el bullicio de la piazzeta,con la compañía de Fadira, pues su madre se había quedado con el grupo de trovadores, y se encuentra al joven del estandarte, aunque ahora, desde el primer momento trata de esquivar su mirada.

Marco al que acompañaba su amigo, se acerca a ella con cierto sigilo.

-“¿Podría hablar con vos un momento?”.

-“¿Qué deseáis? No os conozco de nada”, replicó la muchacha.

Fadira y Pietro, el amigo, se hacen a un lado y se separan de la pareja.

-“Me llamo Marco, Marco Polo, y deseaba pediros disculpas por mi atrevimiento de esta mañana, fue un impulso vergonzante, del que me siento arrepentido”.

-“No sé a qué os referís”, la respuesta de Laura no es en absoluto convincente.

-“Permitidme ponerlo en duda, de cualquier forma os ruego las aceptéis, y consideréis que fue debida, al impacto que me ofreció vuestra belleza”.

-“Lo que más me sorprende, es vuestro atrevimiento hacia alguien que no conocéis, y a la que quizás habéis tomado por una cortesana”.

-“En absoluto, sería incapaz de volver a repetir tamaño improperio?, vuelvo a reiterar mis disculpas, y ahora como presumo que os inoportuno, dejaré de molestaros”.

Y con una ligera inclinación de cabeza, Marco retrocedió para tomar otro camino.

-“Esperad”, contestó ella casi de inmediato, y tras una pausa, en la que él retrocedió, volvió a acercarse.

-“Acepto vuestras disculpas, y no deseo que guardéis mi imagen como la de una damisela impertinente, lo tomaré todo, como un halago, aunque sigo pensando que me parecéis demasiado atrevido”.

-“Gracias por vuestro entendimiento, ¿me permitís conocer vuestro nombre, complementaría vuestra bondad”.

-“Tampoco quiero adornos innecesarios, me llamo Laura, y dejémoslo en este momento”.

Salían del palacio su madre y los trovadores.

-“¿Podría volver a veros o enviaros algún mensaje?”, insistía Marco.

-“Sois además insistente, no me conocéis, ni sabríais como hacerlo, o incluso si puedo estar comprometida”.

-“Desde que os vi esta mañana, entre lo que he preguntado acerca de vos, y aquello que me transmitís, creo saberlo todo”.

En ese momento, y entre el conglomerado de gente y puestos, apareció Francesco, el hermanastro menor de Laura.

-“¿Hola hermana, tienes algún problema?”.

-“No seas impertinente hermano, te presento a Marco, compartimos el gusto por la trova”, le reprimió Laura.

A Marco, aquella respuesta le pareció un buen presentimiento.

-“Disculpadme ambos, a veces parezco un guardián celoso, sobre todo en fiestas, no era mi intención esta impertinencia, ¿me permitís, que os invite a nuestra fiesta, como compensación?”, señaló Francesco, y complacientemente miró a Marco.

-“Gracias, pero ya iba a marcharme a casa”, se interrumpieron los dos, Laura y Marco, con la misma respuesta, emitiendo ambos una amable sonrisa.

-“No por favor, no lo puedo creer, la noche aún no ha empezado, permitidme que insista, mirad aquí llega la trova, con la que he quedado para divertirnos”.

Mientras la señora Cellini y Fadira volvían a Ca’Cellini, todo el grupo de jóvenes, se dirigieron a una casa cercana.

Bebieron, cantaron y rieron hasta bien entrada la noche, y las miradas entre Laura y Marco, eran difíciles de escapar a los demás.

Pietro, participó activamente, con canciones populares y jocosas, junto con los amigos de Francesco, pero Marco parecía ausente.

-“Vuestro amigo es muy divertido, pero a vos, parece haberse secado el arroyo de vuestras palabras”, Laura se había acercado a él.

-“Lo siento, creo que no encajamos en este entorno”.

Laura pareció verse defraudada por el comentario, cambió el gesto y le replicó en un tono más bien agrio.

-“¿Cómo lo debo interpretar, como un complejo por vuestra parte, o como un desprecio hacia mi hermano y hacia mí?”.

Para Marco, desde luego no era la muchacha tímida que había apercibido por la mañana, y se quedó por un momento sin palabras, cuando al ir a responderla, ella cortó su intento.

-“Permitidme que os diga y que observéis que tanto mi hermano como yo, no vivimos en un mundo más amplio del que os imaginéis, y que tanto sus amigos como los míos, no son todos hijos del Gran Consejo”.

-“No era mi intención plantearlo de esa forma”, respondió él.

-“Dejémoslo, a lo mejor no ha sido buena idea venir aquí.”

La reuniónacabó pronto, Laura le había comentado a su hermano su preocupación por el estado de salud de su madre, y enseguida se despidieron de todos.

-“Bueno amigos, mi hermana y yo debemos narcharnos, quedan días de fiesta, y podremos volver a vernos por aquí”.

Laura, se acostó aquella noche, rememorando todos los momentos vividos y recordando que aquella mañana, había presentido que sería un día muy especial.

Quedó dormida con sentimientos encontrados, por un lado, la atracción que había sentido por aquel muchacho, por otro, la decepción de sus últimas palabras, y la sensación, de que quizás había sido demasiado dura con su respuesta.

Aunque realmente, su mayor preocupación era su madre.

Sipnosis:

De cómo el amor condujo a una noble, culta y preciosa muchacha veneciana, a vivir una extraordinaria aventura por el Oriente del siglo XIII, en busca del muchacho del que estaba enamorada.

El contexto argumental sería una historia más de las muchas que ese precioso veneno que es el amor nos ha legado, sino fuera porque aquel joven, llegaría a ser un personaje para la historia, Marco Polo.

Nace ese amor y crece, durante la preparación del viaje que la familia Polo proyecta a China, recorriendo la Ruta de la Seda.

Él la hace partícipe, de las maravillas contadas por su padre y su tío, de su primer viaje, y de los pormenores del segundo, motivando en ella, la ilusión de ver otros mundos y estudiar otras culturas.

Laura, nuestra protagonista, es una muchacha con una gran inteligencia, que ha recibido durante toda su niñez y adolescencia, una influencia cultural y religiosa, totalmente distinta a la habitual de la mujer del Medioevo, tanto de su madre, una noble occitana liberada de la Cruzada Albigense, como de una instruida esclava sarracena, traída por su padre, acaudalado mercader desde Constantinopla.

Dos años después de la marcha de Marco, y habiéndose producido además la muerte de su madre, una embajada mongola llegada a Venecia, le permitetanto a ella, como a la esclava, acompañar a les hasta Persia, esquivando los deseos de su padre, de convertirla en la mujer de un noble patricio.

Desde allí comenzará a descubrir, en su búsqueda de Marco, países, culturas y religiones, que llenarán todas las expectativas de su vida, la colmarán de grandes conocimientos, y lo que es más importante, a encontrarse a sí misma.

Volverán a verse, después de casi veinte años de vivencias, pero ni el mundo, ni ellos, son ya los mismos.

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