EL CELADOR DEL TESORO ESCONDIDO

EL CELADOR DEL TESORO ESCONDIDO

Majin Marquez

05/02/2018

“EL CELADOR DEL TESORO ESCONDIDO”

SINOPSIS:

Por los Años de 1880. En Venezuela como en otros países del continente la moneda más preciada para el comercio era la moneda de oro (Morocota) Impresa en los Estados Unidos, no existiendo los modos para almacenar y cuidar estas cuantiosas fortunas,los nuevos terratenientes que iban emergiendo producto de las guerras independentistas, se valieron de artefactos y artilugios para custodiar y preservan el dinero producto de su trabajo o de la dudosa procedencia de los mismos, es así, como llegamos a la vida de la Familia de Don Pedro Pablo Alcatraz, quien en su avaricia se propone a realizar un pacto demoníaco para librarse de tener que estar cuidando su fortuna para que no la hurten ya que pasado un tiempo debía sacar las morocotas a que les diera sol, luego guardarlas, debía estar muy al pendiente para que sus peones no lo robaran o le dieran muerte y de esta manera se llevaran dicho tesoro, en su continua zozobra lleno de codicia, la avaricia lo llevo a ingeniarse un plan que involucraba a su peón de más confianza, el que le ayudaba en la faena de asolear las morocotas , pero sin contar con su aprobación. Esta alma entregada al pacto no está de acuerdo con su cautiverio y clamaba ser liberada, pero el espíritu maldito de Don Pedro Pablo Alcatraz no lo deja liberar, mucho menos entregara su botija porque su tesoro debe tener un celador. Pasado 4 generaciones un joven provinciano que llega a laborar en La Macarena decide ayudar pese a todas las dificultades que debe afrontar con hechos paranormales que suceden en la misma, liberara al espíritu que le pide ayuda, pero lo paga con su vida, el también fue engañado por el pacto realizado, y ahora él sera el nuevo celador del tesoro escondido…………

Por el año de 1880 existía una moneda llamada Morocota, económicamente muy fuerte, de oro sólido, con figuras alusivas a su país de origen E.E.U.U. La misma era quien regía el comercio de los bienes y servicios de los pueblos. Venezuela por su gran potencial generado por la producción y exportación de cacao y café no escapaba a la misma, dando grandes avances a los productores de los mismos, los cuales les permitía convertirse en hombres de poder político y económico, además en un potencial terrateniente de grandes extensiones de tierras y bienes. En aquellos momentos en este país no eran tan frecuentes los bancos para depositar esas inmensas fortunas en oro, lo que les permitió a ellos el resguardo de sus propios ahorros o fortunas. Muchos de ellos los depositaban en costales llamados también sacos, baúles o cajones donde cada cierto tiempo debían asolearse y exponerlos al aire para que no se dañara el tan preciado oro.

Todo esto lo hacían en presencia de ellos mismos y con personas de mucha confianza para que no los estafaran y el que llegase a hacerlo pagaría con su vida. De esta manera se direccionaba esa modalidad del cuidado de las monedas de oro llamadas Morocotas, pero los tenedores del mismo se fueron convirtiendo en personas muy celosas, sigilosas, engreídas, pero sobre todo muy desconfiadas hasta de su propia sombra, de todo y de todos los que le rodeaban.

Don Pedro Pablo Alcatraz, terrateniente descendiente de inmigrantes con fuertes raíces europeas, no se resignaba a los cambios y procuraba a toda costa mantener sus tradiciones familiares, conservaba ese espíritu egocéntrico, codicioso y avaro que caracterizo a su familia paterna.

Cansado de vivir en zozobra pensando que en cualquier instante y en un momento de descuido podría perder su fortuna. Don Pedro Pablo Alcatraz decidió que su fortuna debía ser enterrada bajo cualquier pacto demoníaco para que la misma fuese bien cuidada y no llegase cualquier ladrón hacerse de la suya, porque si lo hiciese sufriría los más espantosos y terribles momentos de terror hasta el último día de su angustiosa vida.

Así lo hizo, busco un lugar en sus grandes propiedades para satisfacer su tan anhelado cometido, pero no lo encontraba. Dueño de una casa llamada La Macarena que se encontraba ubicada en el centro del poblado, tenía esta casona un largo pasillo interno que la adornaba y al final se podía observar un hermoso y extenso jardín, que le gustaba contemplar desde su mecedora, una tibia tarde con el frescor de la brisa veraniega le llego la solución, lo pensó, y en silencio, acaricio la propuesta: ! Lo enterrare en mi propia casa y así yo mismo estaré pendiente de él!.

Emocionado y feliz, se sentía triunfador. Con la seguridad de que era la mejor decisión, se levantó y se dirigió a su jardín para escoger un lugar específico y estratégico, entre uno de sus tantos árboles para enterrar su fortuna, donde solo él podría encontrarlo.

Recorriendo el jardín. Pensó ¿cómo lo haría? ¡Solo no podría!…

Caminó hasta el establo, conversó con uno de sus peones, el de más confianza, le dijo con voz de mando: ¡ Cava un hueco en la pata de aquel Samán que va en crecimiento, hazlo de un metro y medio por un metro, solo tú, sin dar mucha explicación y sin hacer tanto ruido¡

…¡Como usted lo ordene patrón, usted me dice cuando!

…¡Lo vas hacer, el viernes cuando estemos solos!

—La familia va a salir en diligencia y posiblemente viene en la noche o al día siguiente.

Llegado el viernes a muy tempranas horas de la mañana, estando en el lugar donde iba hacer el trabajo, le dijo al peón:

¡Trabaja duro que tendrás tu recompensa como nunca antes!…

¡Como usted ordene patrón!

Dejando al campesino haciendo su faena, Don Pedro fue a despedir a su familia que se marchaba con gran algarabía.

Culminado el trabajo, el peón fue donde el patrón y le anuncio que ya estaba hecho el hueco. El patrón emocionado se levantó el sombrero en señal de regocijo.

—¡Ahora tenemos que cargar unos pesados baúles para allá, y como te dije, no quiero preguntas, carajo!

Cargaron dos baúles de madera bien curada de excelente calidad para la época, hacia el lugar seleccionado, al concluir el traslado a donde se estaba realizando el entierro, Don Pedro, llego con un libro de magia negra y un manto grande de color negro.

Acariciaba el borde del libro cuando le iba diciendo al peón lo que tenía que hacer, la noche daba sus primeros indicios de aparecer, primero enterraron los dos baúles, Don Pedro ayudo; luego los arroparon con el manto, después, al comenzar el peón a echarle tierra a los baúles tapados, Don Pedro leía palabras en otro idioma que el campesino no entendía y hacía gestos raros con sus manos, el peón lo miraba de soslayo, en ese momento Don Pedro se sentía poderoso y dueño de su destino, le pidió de manera autoritaria a su jornalero que se metiera al hueco y aplanara la tierra con los pies, mientras esto ocurría y de espalda el campesino no se percató que Don Pedro saco su inseparable espada de la cual se sentía orgulloso.

Le atravesó el costado izquierdo llegándole al corazón, quedando el peón muerto en el acto. A partir de ese momento, aquel humilde hombre quedaría asignado como el celador del tesoro, de esta manera el secreto estaría enterrado y bien guardado.

¡Te dije que te iba a pagar bien y lo hice, ahora cuida bien mi oro y no permitas que nadie lo saque de este lugar!

Limpio su espada, termino de tapar el hueco y regreso a la casa como si nada hubiese pasado, sentándose en su silla, agarro su guitarra, era ya de noche las sombras oscuras no dejaban ver la luna. Encendió un tabaco importado y de buena calidad como le gustaba, bebió agua ardiente muy regocijado hasta muy tarde.

Todo cambio… Don Pedro Pablo Alcatraz, se volvió más agresivo y extraño, haciéndole una vida muy amarga a su apreciada y reconocida familia, cinco años después de aquel fatídico día, precisamente el día 27 de abril del año 85, un extraño suceso acaeció a la familia… Don Pedro desapareció luego de salir una mañana a recorrer sus propiedades y no regreso jamás. Comentaron al transcurrir de los años que se lo llevó el demonio y otros que el espíritu celador del tesoro se lo había llevado.

Con el tiempo también murió su esposa, Rosa de Alcatraz, no soportando la soledad que le embargaba por la pérdida de su esposo, quedando su único hijo encargando de todos sus bienes. Rubén Darío Alcatraz, quien vivió su placentera vida y envejecido murió a sus 80 años, dejando también sus bienes a la familia y quien dejo plasmado en el testamento familiar, que la casona La Macarena y los demás bienes pasarían de generación en generación. De esta manera quedaron condenados sus descendientes a vivir en el tiempo con hechos paranormales que sucedían en la casa y de lo que ninguno quería afrontar, cargando con la maldición causada por su padre en aquel pacto realizado con el demonio, para cuidar su extensa fortuna de Morocotas de oro, que él amaba más que a nada en el mundo, cuidada por el ánima del humilde campesino que fue un fiel servidor, alma en pena por la mala jugada que le hizo su patrón.

En esta época del siglo XXI año 2012, la hacienda “La Macarena”, es una casona de porte colonial y estructura gótica, aún conserva detalles de esa hermosa fabricación en los grandes cuartos, corredores, pasillos, zaguanes con sus extensos jardines, ahora desprolijos , así como los grandes y vetustos árboles centenarios cómplices obligados del gran secreto del tesoro de Don Pedro Pablo Alcatraz, magnífico y maléfico entierro contenidos por la madera de vera y por el alma del humilde jornalero vendido al diablo como pacto de cuido, esa gran fortuna, sigue siendo hoy una leyenda pueblerina y un gran desafío, por el espíritu del celador del tesoro escondido.

Esta casona, arropada por grandes montañas de la Cordillera Andina, está enclavada en una vieja población, cerca de su antiguo templo. Lugar donde las nubes besan el suelo y los rayos del sol se abrazan con el arco iris, destellando un impresionante amor colorido.

La cuarta generación de la familia, Alcatraz Vargas herederos de una gran fortuna incrementada con el devenir de los años, mantienen bien cuidada la arquitectura colonial, a pesar de los concurrentes hechos paranormales que se suceden dentro de ella, sus dueños no quieren vender el lugar, ya que es muy fresco, agradable y por sobre todo una herencia familiar, aferrados a su abolengo, costumbre y tradiciones, valoran más el qué dirán que su propio bienestar.

Era la señora Luisa Ramona Alcatraz una mujer animosa a sus 66 años y madre de Rosa María de 44 años ambas con un gran gusto por la docencia se realizaron profesionalmente siendo educadoras, su nieto Felipe Alfonso Alcatraz de 24 años, era amante de la lectura, escritura y de la música ejecutada con la guitarra, instrumento que aprendió a tocar y ejecutaba con gran pasión. Conformaban una familia de católicos conservadores.

Muy devotos y religiosos pero sin indagar más en ello, comentaban entre si los hechos que se sucedían a diario en La Macarena, restándole importancia a los hechos insólitos que se volvieron costumbres y que se comentaba a la hora de la comida para mantenerse informados.

Luisa Ramona Alcatraz no se pudo contener y una tarde a la hora del té, comento dejando salir un suspiro de resignación:

–Ya van varias ocasiones en que he visto que las viejas sillas se mueven solas sin que nadie las toque, se caen platos, pocillos o cualquier otro objeto de manera repentina, al principio pensé que alucinaba por cansancio, pero esto se ha vuelto más serio, ya las tumban y el ruido al caer, me sobresalta.

Rosa María Alcatraz:

—¡Es curioso, también he escuchado en el día o por las noches ruidos en el patio o en el jardín de metales que chocan entre sí, o espadas que se tocan furiosamente, pero sigo pensando que es de ignorantes creer en ese tipo de idioteces!

Felipe Alfonso Alcatraz :

— riéndose irónicamente; ¡ja ja ja ja ja ja ja ¡

¡ Esto solo se ve en estos pueblos, yo también lo he escuchado, pero creí que era mi mente y que estaba dejándome llevar por la imaginación, saben a veces oigo pasos a lo largo y ancho de los pasillos, también oigo en los viejos zaguanes como si llegase un caballo y suenan sus aperos, el jinete se baja de su animal y lo despoja de su silla de montar, la coloca a un lado, y va a sentarse en la mecedora del patio la que está justo mirando al jardín, ese día tomaba unas copas de más, y me olvide del asunto, pensé que era un juego de mi imaginación hasta hoy que me hacen recordar ese momento, mejor me voy a tocar mi guitarra y dejemos de pensar en esas tonterías !, y se alejó de las dos mujeres con paso firme en busca de su guitarra.

Rosa María Alcatraz:

–¡Es cierto, vallamos a ocuparnos de algunas cosas y dejemos eso al imaginario del pueblo “porque muerto sabe a quién le sale»¡

Luisa Ramona Alcatraz:

— ¡Es mejor que nos pongamos hacer cosas productivas, eso debe ser pecado hablar o creer en esas cosas, me voy a tejer mis tapetes “porque ya saben, que el que no cree no ve!

Cada uno se va a realizar sus faenas diarias…

En aquella vieja casona aún se conserva objetos y utensilios utilizado por la primera generación de la familia Alcatraz, en los que se observan, pinturas y fotos originales de la época, vajillas, sillas, sofá, rifles y espadas adornando parte de la pared, monturas de caballos y demás aperos, así como también unos viejos baúles con grandes candados, adornos de pared de arcilla y madera europea, pieles de animales disecados a lo largo de las paredes de los pasillos que parecen que aún viven entre ellos cabezas de venado y de res, así como de leopardos y algunas pieles de tigre y osos ; por supuesto al fondo de la sala una impresionante estantería que funge como la biblioteca, donde se dejan leer buenos autores y grandes obras entre los que resaltan Ángel Estrada con sus obras sobre la independencia argentina, Miguel de Cervantes con su Don Quijote de la Mancha, Manuel de Falla y su Amor Brujo, Francisco Fenelon con Las Aventuras de Telémaco, y quien no podría faltar Francisco de Miranda con sus Aventuras Independentistas, entre otros destacados autores de la época que alimentaban y alimentan el buen gusto literario de esta adinerada familia.

La nueva generación poseedora de la propiedad La Macarena se ha visto en la necesidad de buscar a una persona laboriosa y honesta, que les ayuden en la limpieza de la casa y el jardín, para ello han hecho uso de las tecnologías existentes y de esta manera solicitar por los medios escritos, radiales y por contactos directos con los pobladores de la localidad un trabajador para las faenas de la casona, siendo infructuosa la misma, por la mala fama de creencias paranormales que los pobladores tienen de La Macarena, llamando a esta la casa del demonio o la casa del espanto, decires que fue dando mucha molestia a la familia Alcatraz

Colocaron un aviso de solicitud en las gigantes y viejas puertas de madera. Pasado el tiempo, ya perdidas las esperanzas de contratar a un obrero para las rutinas que ya no podían realizar las propietarias de aquel lugar, golpearon la altas y anchas puertas de maderas tallada insistentemente y no conforme con esto sonaron la vetusta campana de bronce que colgaba a la altura de las antigua puerta, y que emitía sonidos místicos, así como sonaron las enormes argollas mordidas de la cabeza de un león de broce, a ver la insistencia para llamar, la señora Luisa Ramona Alcatraz dejo sus labores culinarias y salió a abrir las puertas de un solo tirón, cosa que no hacían muy seguido motivado a que este gesto saca de las viejas bisagras un sonido espectral que helaba la sangre fuera a la hora que fuera, que impresionante fue aquel sonido, las dos personas presente se sobresaltaron, al pasar la primera impresión la señora Luisa Ramona Alcatraz sin pronunciar palabra, detallo rápidamente al jovencito que tenía enfrente, no pasaría de tener 16 años, pensó, y le dijo con voz exasperada aún no se reponia de aquel sonido que le desagradaba:

— ¿Qué deseas?

El Joven se enderezo procurando sacudirse de encima aquel sonido y haciendo acopio de valor le respondió a la señora:

— ¡Necesito que me ayuden, algo de dinero o de comida, tengo días que no como bien!, no soy de por aquí, salí de mi casa buscando tiempos mejores y deje a mi familia, espero que me colabore.

Ella lo miro con un dejo de incredulidad… a lo que el joven replico:

— se labores del campo mi padre me enseño, señalando el aviso ya deteriorado que estaba medio pegado arriba de la puerta:

— ¡Tal vez le pueda ayudar en el trabajo de la casa!, señora deme una oportunidad, póngame a prueba, no le voy a fallar…

La señora extrañada y conmovida por el joven le invito a pasar brindándole algo de comer. Estando dentro y ya alimentado el joven, la señora se lo presento al resto de la familia para ver si lo aceptaban o no, el joven les contó su trágica historia y la señora abogo por él. Un poco incrédulos los demás integrantes de la familia lo aceptaron, pero cada uno puso sus condiciones, lo contrataron dándole un lapso de tiempo para probar su confianza y lealtad, el joven emocionado se puso a la orden y les agradeció diciéndoles que no se arrepentirían por lo que habían hecho por él.

Con emoción, le aseguró:

….. ¡Desde ahora me pongo a sus órdenes, porque quiero ganarme la vida honradamente!.

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