La pernocta

Desde hacían más de dos horas estaba yo parado en aquella esquina, ya las sombras de la noche se habían apoderado de aquella ciudad y yo sentía cierto temor, por no decir miedo, porque las personas que estaban por allí y las que transitaban aquella zona no pasaban más.

Yo estaba pendiente de una puerta, por la que había entrado mi novia y no había salido. El caso es que no entró sola, sino que un señor entrado en años la acompañaba y al parecer tenían cierta confianza, ya que el mismo la llevaba tomada de la cintura y a ella no parecía disgustarle.

Mi novia no me había dicho nada de esta cita o entrevista, solo me había manifestado que por los lados de Chacao tenía que ir para ver unos vestidos, pero el caso es que en ese sector no había ninguna tienda de vestidos ni nada que se le pareciese.

Casualmente el día que ella me dijo eso, le pregunté por esta dirección y no me dijo donde quedaba, solo que ella no pensó que yo la seguiría sin que se diera cuenta. Al salir de la casa ella se dirigió hacia una línea de taxis que quedaba cerca y como yo estaba a la espera, de inmediato tome un moto taxi y me fui tras el carro que ella había tomado.

Después de pasar algunas cuadras, tomó rumbo hacia la Libertador y se salieron en Chacao, luego se bajaron y yo también abandoné la moto y me oculté detrás de una fachada de un edificio.

De inmediato mi novia fue abordada por el señor que yo vi entrar con ella al edificio, se saludaron y entraron por donde los vi pasar, al parecer ya estaban confabulados y no hablaron casi nada.

Por esa puerta habían entrado y salido varias personas, pero no me atreví a hablar con ninguno y de repente veo que un mesonero trae una bandeja, entra y decidí seguirlo. Creo que ya conocía el camino y al pasar me di cuenta que a lo largo de un pasillo habían varias puertas, el mesonero tocó una de ellas y abrió el señor acompañante de mi novia, a ella no pude verla. El mismo tomó la bandeja, canceló una plata y cerró la puerta.

Como el mesonero ya iba saliendo, en el acto yo salí también y lo abordé en la calle. Le pregunté si conocía la pareja a quien le había llevado la bandeja y que era eso allí y él me dijo:

Es una casa de citas, todas esas puertas son apartados pequeños con una cama y muebles para sentarse, también hay una nevera y un televisor y a esos que les llevé la bandeja son amantes desde hace tiempo, siempre vienen por aquí.

En el acto todo se me vino abajo, mi novia me estaba engañando con un señor mayor, aquello me cayó como un balde de agua fría. Recuerdo la última vez que hablamos, hace dos días, ella me había dicho que en cualquier momento me diría que no volviera más, yo le pregunté por qué y me dijo que tenía otro amor, que ella hablaría conmigo en cualquier momento.

Después de esa revelación no había hablado más con ella y en el día de hoy me había propuesto vigilarla. Ayer estuve por su casa viendo a ver si salía y no lo hizo, pero hoy salió apresuradamente para verse con ese señor.

El mesonero se despidió de mí y me dijo que no me preocupara, que terminara esa relación sin problemas, que me buscara otra novia, ya que habían muchas mujeres y no intentara nada contra ellos, ya que por lo visto estaban ya de acuerdo entre ellos.

A lo que el mesonero se fue no hallaba que hacer, comencé a caminar de un lado a otro y luego me fui a otro negocio y me instale allí para ver hacia la puerta, pedí un refresco y comencé a tomarlo lentamente.

No hallaba que hacer, pensaba que a lo que ellos intentaran salir yo me haría visible para que ella me explicara qué era lo que pasaba y luego, de acuerdo a lo que ella me dijera, terminaría la relación esa misma noche.

Una hora después veo que vienen saliendo y me apresuré a plantarme delante de ellos. Como el señor no me conocía se me quedó mirando, pero ella puso cara de terror y me dijo que como había averiguado que ella estaba allí.

Yo le contesté que la había seguido y por eso averigüé que estaba haciendo y donde estaba, ella me contestó que habíamos terminado, que la dejara tranquila, que no la buscara más.

Aquella revelación fue para mí demasiado y traté de controlarme, di media vuelta y me alejé de la pareja sin decir nada, era lo mejor que podía hacer. Mientras tanto el señor había detenido un taxi y la mandó a montarse, ella obedeció y en el acto me vi solo en la calle a lo que el carro se perdió de vista.

En verdad, yo nunca tomé como algo serio esta relación, la había conocido a ella y la invité a salir y habíamos estado varias veces en hoteles, pero yo no me había compenetrado con ella ni siquiera había ido a saber dónde vivía, cuando salíamos iba a su trabajo o la llamaba y no era a cada rato, solo algunas veces.

Yo le había confesado a ella que era casado y no tenía mucho tiempo para salidas ni visitas, que solo de vez en cuando podía estar con ella y no quería compromisos, que cuando ella quisiera podía terminar conmigo sin ningún problema y en verdad era lo que estaba haciendo.

A lo que llegué a la casa mi esposa me saludó y mis hijos salieron corriendo para recibirme y yo pensé: Que suerte que los tengo, con lo que me pasó no sé qué hubiera hecho, a lo mejor le habría hecho daño y a esta hora estaría preso o huyendo por haber cometido un homicidio.

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