yo comencé a escribir gracias a Internet, bueno, en realidad ya había hecho algunos pinitos antes, pero nunca se los había enseñado a nadie, me daba vergüenza. Pero un día leí un artículo sobre los blogs, bitácoras se decía entonces, y pensé ¿Y porqué no me hago uno? Y lo hice, en una de las plataformas gratuitas que existían entonces. Así que escribí algún pensamiento de los que me pululuban por la cabeza, y un ser amable me hizo un comentario positivo y pensé ¡Anda, le gusta lo que he escrito! Y seguí escribiendo, unas veces reflexiones, otras comentarios sobre algún acontecimiento, algún poemilla…

Entonces ocurrió algo que no me esperaba, comencé a tener seguidores, personas a las que no conocía de nada, empezaron a pasarse habitualmente por mi bitácora ( lo siento, me gusta más que blog) y me dedicaban elogios, y se me hinchó el ego. Ya con el ego subidito me dije «voy a escribir un relato» y entonces un señor de los que pasaban por allí y al que tengo mucho cariño (Hugo Izarra, por si alguien le conoce) me propuso entrar a un grupo que se llamaba Mi pasado, donde se hacían semanalmante concursos de relatos. Ahí ya me tuve que poner las pilas y esforzarme porque había grandes escritores aficionados que menudos cuentos nos contaban.

Ahora casi no escribo, sólo (me da igual que sólo no lleve ahora acento, por si no se nota) cuando Fuentetaja nos invita a alguna conovocatoria, las cuales disfruto mucho.

Entonces, mi reflexión sobre este asunto es que gracias a los medios digitales descubrí que tenía muchas historias dentro de mí que podía transmitir a otros, y que si no exisitieran, lo más seguro es que quizá las hubiera escrito, pero nadie las habría leído.

Por eso levanto mi copa y grito ¡Viva Internet y los escritores que nunca seremos famosos!

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