La literatura y la tecnología

La literatura y la tecnología

1. Cómo es mi relación con la tecnología en cuanto a lo que escribo.

Tengo 68 años y, como es lógico, mi primera relación con el mundo de la escritura fue con el papel y la pluma, y más tarde también con la máquina de escribir.

Cuando entró en casa mi primer ordenador yo estaba terminando un libro que había escrito en la máquina de escribir mecánica (no eléctrica). Por razones prácticas y para familiarizarme con la nueva tecnología, pasé todo el libro a un procesador de textos. Se trataba de copiar lo que ya estaba escrito por lo tanto no suponía un cambio de lenguaje, pero sí un cambio de instrumento del que recuerdo dos cosas que me impactaron. Una fue el agradable silencio que se hizo en la casa al estar ausente el golpeteo de las teclas de la máquina de escribir; tenía algo de mágico el que bastara un simple roce de la yema de los dedos en el teclado para que apareciera una palabra completa en la pantalla. La otra fue una cierta angustia y desconfianza al no ver algo tangible según iba escribiendo, no había un papel, algo físico que poder tocar, donde se iba plasmando irremediablemente mi pensamiento, sino solo palabras intangibles escritas en la pantalla que amenazaban con borrarse al tocar la tecla equivocada (y de hecho me pasó algunas veces al principio).Por otro lado era una gozada ver una página limpia sin los tachones y errores que inevitablemente cometía con la máquina.

Las ventajas de ordenador eran evidentes y arrinconé la máquina de escribir, pero no el papel y el bolígrafo que me siguen acompañando siempre en la tarea de traducir en palabras mis pensamientos. Voy con mi cuaderno a cuestas y allí suelen nacen esas ideas, pero para la tarea de darles forma, redactar el texto, corregir, añadir y quitar me sirvo el ordenador me parece la herramienta más adecuada.

Con los años, el teléfono se ha convertido en otro de mis aliados para enviar mensajes o guasap y muy rara vez un correo. En el caso de este tipo de comunicación, prefiero el matiz personal. No me gustan, por ejemplo, las cartas circulares más que en muy raros casos en que queremos comunicar un mensaje de contenido muy preciso a varias personas. Incluso en el caso de compartir un artículo, una página de internet u otro tipo de documento que me parece interesante, suelo personalizar el mensaje que lo acompaña.

Lo que sí se ha convertido en una prioridad para mí es el libro electrónico. Gracias a él puedo leer y leer literatura a la que de otra forma no podría acceder materialmente, por el lugar en que vivo y también por razones económicas.

2. Relación con el tema en conjunto y/o aspectos particulares.

En el lenguaje literario, creo que lo importante es la idea y la forma expresiva en la que se transmite. Escoger las palabras, seleccionar los recursos lingüísticos y literarios, determinar la clase de texto, es lo que define al autor que quiere transmitir sus pensamientos y sus emociones; el soporte en el que trabaja todo esto, ya sea el papel, ordenador u otro medio tecnológico, es un instrumento que no tiene por qué afectar el contenido de lo que se escribe, pero ¿lo condiciona en alguna forma? Uno de los autores entrevistados, Sergio del Molino, apunta que el acto mecánico de escribir a mano es más lento que escribir en el ordenador y añade: “se me ocurren menos cosas con el boli que con el teclado”, sin embargo, tal vez al tener más prisa por escribir no le damos tiempo al pensamiento a formarse del todo. Claro que siempre está le revisión y relectura pero el pensamiento original ya lo hemos encerrado en una frase y no podemos saber cómo hubiera sido si lo hubiéramos dejado madurar y formarse en palabras con el ritmo lento de la pluma sobre el papel ¿sería diferente?

Ahora bien, si lo importante es la idea, cada quien tendrá que escoger el medio más idóneo para transmitirla. Pero aquí de lo que se trata también es de cuál es el medio más idóneo para hacer literatura.

Creo que este un debate interesante en relación a los medios tecnológicos y a la rapidez trepidante con que se renuevan y se multiplican. Damos por bueno que insertar cualquier tipo de soporte electrónico: fotografías, videos, imágenes en movimiento, etc. (incluso ya estamos pensando en olores ¿y sabores?) que acompañen al texto es hacer literatura. Pero, ¿no es la esencia de la literatura el texto escrito (u oral, recordemos las literaturas de tradición oral)?, ¿no es lo demás un añadido, un refuerzo a veces, pero que otras veces puede resultar un impedimento para profundizar en el texto escrito? Por supuesto que no vamos a negar estas nuevas formas de expresión, que además de ser un resultado de un desarrollo humano, son muy creativas y pueden ser enriquecedoras del texto, pero me pregunto ¿no habrá que inventar otros términos para estas nuevas formas de expresión?

Dice una de las preguntas a los entrevistados que “Desde los orígenes mismos de la escritura, muchos escritores han usado dibujos y otras inscripciones ajenas a la palabra asociadas a sus textos”, y es verdad. Hay que reconocer lo que inspira a veces una imagen a la hora de recrear lo que dice el texto, pero ¿no le está privando al lector de hacer uso de su imaginación? Cuando un autor o autora, nos describe un paisaje, no solo está relatando hechos reales sino plasmando emociones y sentimientos y para ello usa la palabra. El lector al leerlo, recrea ese paisaje con su propia percepción de esa realidad, de esas emociones y de esos sentimientos transmitidos por medio de la palabra. Y eso, creo yo que es literatura. Ahora bien, la imagen escogida por el autor puede redondear la idea, ir más allá de las palabras, y en ese caso, ¿sí podemos considerarla parte del texto escrito?, ¿dónde está el límite entre lo que refuerza una idea ya escrita y lo que añade nuevas ideas a lo que está escrito?

En el punto anterior he aludido al libro electrónico que se ha convertido para mucha gente en un recurso esencial para poder leer lo que de otra forma no podría y también por otras razones de comodidad, espacio y economía. Esto abre también el debate de los nuevos planteamientos en cuanto a las autorías, las remuneraciones etc. ¿Cuándo llegaremos a considerar la literatura como un bien universal y como tal accesible para todos y todas? Antiguamente existían los mecenas ¿no habría que pensar hoy en otras formas de subvencionar lo creativo (sin condiciones ajenas a lo propiamente creativo)?, ¿podemos pensar en un mundo donde el autor y la autora puedan vivir de lo que crean sin preocuparse por la promoción agresiva de tipo capitalista?, ¿y en el que la crítica y las orientaciones a los lectores sean puramente académicas y no de marketing?

Quisiera para terminar llamar la atención a dos aspectos más:

¿Somos conscientes de que el uso de la tecnología nos hace dependientes de la energía con la que se alimenta?, ¿y qué pasa cuando esta falla? Tal vez la mayoría de los que participen en este debate están en lugares donde la energía puede fallar una hora o dos, pero quienes vivan o hayan vivido un tiempo en lugares donde la energía puede estar ausente por días o semanas, se habrán dado cuenta de la orfandad que se siente cuando se ha descargado el ordenador, el móvil, el libro digital y nos quedamos (aparentemente) no solo desconectados del mundo, sino sin herramientas de trabajo, de comunicación o de ocio. La primera reacción es de desesperación y nerviosismo, pero si no hemos descuidado el alimentar nuestros propios recursos personales podemos volver al cuaderno y el bolígrafo, y al libro de papel. Y por supuesto a la conversación con el vecino o la vecina que, paradójicamente, en un mundo volcado a la comunicación, tan en peligro de extinción se haya con las nuevas tecnologías.

El otro aspecto que quería resaltar tiene que ver con la tentación de creernos que todo este mundo de la tecnología llega a todas partes. Y no. ¿Cuántas personas en el mundo no manejan todo esto de la tecnología, o lo manejan de otra manera muy distinta a la nuestra debido a su propia forma de desarrollo? Y si hablamos de lenguajes y de literatura ¿cuántas formas de expresión nacen cada día sin que lleguen a bibliotecas, librerías, medios de comunicación y redes sociales?

Concretando las preguntas que lanzo en este debate a cualquiera de los entrevistados:

  • 1. El nacimiento de una idea conlleva un proceso ¿cuál es la diferencia entre expresar una idea con el ejercicio lento de escribirla en un papel y la rapidez de hacerlo en un teclado?
  • 2. ¿Cuál es el medio tecnológico más idóneo para hacer literatura?
  • 3. ¿Qué se entiende por literatura estrictamente dicha: solamente el texto, o el texto y lo que lo acompaña (imágenes, sonidos…)?
  • 4. ¿Habría que inventar otros términos, distintos a literatura, para los nuevos lenguajes y formas de expresión?
  • 5. Antiguamente existían los mecenas ¿no habría que pensar hoy en otras formas de subvencionar lo creativo sin depender del mercado capitalista (ni de quien subvenciona)?

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