Ciudad de México, 02 de diciembre 2078. Durante el primer apagón en cincuenta años del Servicio Nacional de Internet, que dejó inservibles todos los sistemas de comunicación, se registró el brote de una enfermedad en dos pasajeros del Transbordador Interestelar PR25, y pronto se propagó a seis parejas más, que ya se encuentras aisladas y bajo observación en el Centro Médico en la Tercera Estrella al Sur.
El joven Slave T1202, testigo de los hechos, publicó: «La sensación de desamparo al desconectarme de la red, me obligó a mirar a mi alrededor, vi cuando el chico y la chica contagiados se miraron con sorpresa fijamente, como si cada uno se hubiera encontrado a sí mismo en los ojos del otro, se aproximaron tanto, que sus labios se juntaron y sus brazos buscaban aferrase al cuerpo que tenían enfrente, se veían resplandecientes, irradiaban una fuerza descomunal e invencible, ¡fue aterrador!». Otro testigo blogueó: «No había forma de comunicación, estaba solo, levante la vista y a mi alrededor personas maravilladas se asomaban por las ventanas mirándolo todo y al infinito; al lado, dos ancianos se tomaron de las manos, intercambiaron miradas, muecas y sonidos, recuerdos compartidos inundaron sus ojos, quedaron en silencio y la fusión de sus labios pareció rejuvenecerlos, entonces salí corriendo…»
Los síntomas reportados tienen perplejos a científicos e investigadores que no comprenden la necesidad de los infectados a la cercanía, intercambio verbal y contacto físico con ciertos humanos, mientras el sector empresarial expresó temor, ya que los síntomas distraen a la población reduciendo su productividad, lo que representa a la industria pérdidas millonarias, por lo que ya han anunciado una inversión de mil millones de dólares en la cura que ya desarrollan programadores, publicistas y mercadólogos.
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