Knión, la desaparición pacífica de un mundo

Knión, la desaparición pacífica de un mundo

Miguel A. Ortega

28/05/2015

Durante estas últimas semanas Knionianas, los cielos nos han estado ofreciendo un espectáculo extraordinario, inusuales lluvias de meteoros de pequeño tamaño han rasgado la atmósfera dejando tras sí innumerables estelas y fulgores. La maravillosa combustión de estos objetos, que podría sugerir un ambiente festivo, esconde sin embargo un trágico mensaje.

Según la dirección científica de la Federación en Knion Mount, los  inofensivos aerolitos provienen de nuestro gusano-via; este parece que está “escupiendo” materiales compulsivamente como una licuadora sin tapa. El comportamiento tan extraño del gusano-via, que es como sabemos nuestra única comunicación con la Tierra, se debe a que se está muriendo y con ello la posibilidad de llegar a este lejano territorio que queda a varios millones de años luz de viaje tradicional.

Nos comenta Andrew Martínez, el jefe del laboratorio astral, que en pocos periodos este agujero de gusano comenzará a deshacerse de la materia, que le mantiene como estructura estable, como paso previo a su colapso y desaparición definitiva; con ello, Knión quedará aislada tanto de la ruta de transporte como de radiocomunicaciones.

Las mismas fuentes nos informan que el protocolo para estos casos es la evacuación total de todas las personas que convivimos en este singular planeta. Solo quedarán en Knión androides de mantenimiento básico, ya que todas las industrias de extracción y conversión se paralizarán. Estos androides serán los únicos habitantes y controlarán los sistemas para que se mantenga el planeta activo, por si en un futuro se pudiera habilitar un medio de comunicación o transporte.

Knión dejará de ser una realidad palpable para convertirse en un “shangri-la” que quedará en el imaginario de sus antiguos moradores. Será el único bagaje que podremos sacar de lo que actualmente es nuestro hogar y que vacío, verá los siglos acaecer sin presencia humana que los cuente.

Cuando uno se imagina el fin de un mundo espera grandes explosiones y fogonazos destructores que devoren hasta el último rastro de vida, pero en este caso, unas simples luminarias nos han anunciado la inexorable desaparición de vida humana, ¡qué paradoja!, de manera pacífica.

Nacho Lacambria, corresponsal en Knión.

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