Lo que ellos me enseñaron

Lo que ellos me enseñaron

Adra

02/05/2020

Día quince…o veintitrés… o tal vez veinte de la cuarentena . Supongo que para cuando ustedes, mis pequeños nietos, lean estas palabras, esta etapa formara parte de los libros de historia.

Ya llevamos varias semanas de este encierro  No es demasiado alentador lo que se ve, salvo algunas muestras de optimismo en los primeros días el buen humor va decayendo mientras se instala la rutina.

A pesar de todo, no queda otra que tener todo el tiempo del mundo para pensar, especialmente para mí, la pandemia me sorprendió sola, sin marido, ni hijos, ni nietos sin absolutamente ninguna responsabilidad y no puedo hacer nada por cambiar la situación, no vuelan aviones, las fronteras están cerradas, no hay transportes y no se puede andar por las calles. Estoy sentada en una habitación a diez metros de donde esta sentada mi hermana pintando, mi hermana a la que hacia tres años no veía.

Pareciera la situación ideal para hacer lo que llevo toda mi vida adulta postergando, ponerme a escribir esa historia infinita que me siento con la obligación moral de realizar y que jamás supe por donde empezar.

Cada vez que me preguntan de donde soy, contesto orgullosa, aunque cada vez más se me va desdibujando ese de donde soy, no porque no me sienta orgullosa sino porque ya hace demasiados años que salí de mi país, mi espíritu nómada me indica que donde nací no significa quien o de donde soy hoy.

Con la respuesta viene ya como una muletilla la explicación de mis antecedentes genéticos Para ser una latinoamericana, tener los ojos verdes de mi mama española, la contextura  de mi abuela rumana o el apellido de mi abuelo ruso despierta cierta curiosidad. Una gringa que habla español, dirían en México y un español que dice ché o pollo remarcando la “y “con arrastre argentino les resulta divertido. Ese coctel de quien soy y todas las historias que conviven en esa mezcla es lo que tengo la obligación de contarles a mis nietos o a los hijos de mis nietos para que tan rica procedencia no se pierda en el tiempo o para hacerles honor a mis abuelos , a mis padres o solo tal vez para hacerle honor a mi existencia .

Hace ya casi un mes llegue a la Argentina, tenia una necesidad inexplicable de reencontrarme ¿conmigo?

Solo llegue a realizar una semana de todo lo que tenia previsto Visite a mis hermanos a mis sobrinos, me dio tiempo para explicar razones y abrazarlos y … quedamos en cuarentena

Para la gente que sale en los noticieros el mundo se convirtió en caos, en muerte e incertidumbre, el miedo sobrevuela a la humanidad y realmente nadie sabe cuanto tiempo durara esto, que consecuencias reales, psicológicas, económicas, sociales acarreara esta pandemia Las comunicaciones son tan bastas que vemos minuto a minuto la desolación en la otra punta del mundo como si fuera a la vuelta de la esquina. Todo el mundo opina, pero absolutamente nadie tiene certezas, nadie.

Tal vez porque nunca fui muy organizada, porque siempre viví mi vida al día atajando lo que venia sin demasiada programación es que no estoy desesperada Tal vez mi historia personal y la de mi familia me enseñaron a que nada es para siempre y que las cosas de alguna manera siempre se arreglan por mas feas que sean, generalmente nunca como pensamos que van a ser pero eso tampoco es tan malo. No es tan malo volver a empezar… no es tan malo reinventarse.

Muchas veces empecé a escribir la historia familiar hasta convertirse casi en una obsesión para mí o un chiste para los integrantes familiares. Empecé mil y una vez tratando de encontrar el formato… ensayo, novela… nunca encontré la forma, si lo hacia cronológico era aburrido si lo hacia con personajes me parecía que ponía en boca de mis abuelos cosas que podían faltar a la verdad, si lo quería hacer histórico era demasiado complejo.

En estos días de encierro solo escribo, aun sabiendo que me faltan datos, aun sabiendo que nunca podré hablar por ellos porque puedo inferir ciertas cosas que sintieron pero nunca podré poner palabras en sus bocas que nunca pronunciaron.

Muchas cosas que viví con mis elecciones me fueron enseñando a entenderlos

Yo elegí salir de mi país, arrastrar mi familia y mis cosas, así supe de desarraigo, de soledad pero también saboree los dulces del descubrimiento, de lo desconocido, de gente nueva, culturas nuevas, lugares nuevos y de aprender a reinventarme.

Lo que nunca me había pasado era sentir la incertidumbre absoluta, no la laboral, ni la que generan ciertas perdidas, No, la incertidumbre total, esa que hoy solo puedo llenar con su ejemplo, ellos pasaron guerras, hambre, dolor…, mis elecciones ni se originaron ni acarrearon tanto dolor

Se precisamente por su ejemplo que todo lo malo termina, que nada es para siempre excepto dejar de existir. Que mientras haya, sueños y ganas, ellos me enseñaron, se puede seguir.

El mundo sigue atento a una respuesta, una cura, un milagro que haga que este virus deje de ser una amenaza Los países, siguen contando infectados y muertos todos los días,  Por mas que uno intente abstraerse es imposible, los medios de comunicación, el teléfono o simplemente el patrullero que pasa por la puerta de la casa pidiéndonos no salir nos devuelve a la realidad a cada rato. Extraño a mi familia pero están todos juntos encerrados en casa a nueve mil kilómetros de distancia y eso me reconforta. Yo me entierro en el teclado de una vieja computadora rescatada del polvo de los artículos archivados por mi hermana para perderme en estas palabras, es mi forma de evadirme pero esta situación nuestra hoy me enseña otra vez mas a valorar a mis  raíces, a mis abuelos ,a querer honrarlos en su justa medida, esta situación me muestra ese miedo visceral que deben haber tenido tantas veces y solo su ejemplo hace que yo renueve una y mil veces mi esperanza.

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