Recuerdo un ayer lleno de hoy, cuando soñaba con esta vida. Eran mil pueblos en mi mente de ideas sobre mi futuro, me instalé en la casa donde encontré lo que quería en mi vida: Cambiar de ambiente. Salí de mi cuerpo, sentí mi corazón y al amanecer subí a un avión que me llevó hacia un lugar en particular con un destino indefinido.

Llegar al rincón donde mis abuelos habian crecido, tenía sentido, ya que yo también quería hacerlo. Cambié mi nombre, mi corte de pelo, hasta sentí que renovaba mis huellas, ya no caminaba por las calles de mis antiguas limitaciones. Era el momento para ser diferente. 

Nadie sabe quien era antes, y sigo descubriendo quien soy. Ahora comprendo que la vida se trata de migrar hacia nuevas experiencias, para ser cada día más parecidos a lo que realmente somos. Es difícil cambiar, pero más difícil es llevar una vida donde uno no deja a su alma que descubra las maravillas que posee. Lo que vemos afuera, es simplemente el reflejo de lo que tenemos adentro. Somos pasajeros con equipaje. 

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