Un espíritu que se eleva

Un espíritu que se eleva

Marvic Alcala

23/07/2020


En un extraño caminar

por espacios vacíos

he podido experimentar

una verdadera intimidad

con el eterno,

con el creador del mundo

con lo más profundo de mi espíritu.

He hallado la paz

que no tiene entendimiento

por el ser humano.

He podido encontrar

dentro de mi ser

cosas que aún no conocía.

He podido intimar

con lo más profundo

de mis propios misterios.

He podido transmitir

mi nobleza oculta

un tesoro inalcanzable

para los seres hostiles de este mundo.

Y es que aun en la desesperanza

he podido comprender

que una palabra puede elevar mi espíritu

que la fe, es la clave

para nuestros grandes males.

Que el fracaso

puede convertirse 

en nuestra mayor victoria.

Que el mundo es

lo que queremos que sea.

Tal cual Cisne negro

criatura majestuosa

y delicada

que convierte una triste realidad

en un sueño alcanzado

en cuestiones de minutos

quizás de segundos.

Ironías de la vida misma

que te seduce por años

en profundos mares de llanto

en una interminable melancolía.

¿Es que acaso 

tu ser maravilloso,

criatura hecha a imagen 

y semejanza de un Dios

todo poderoso,

no te das cuenta de tu posición en este mundo?

¿No comprendes

que eres un ser especial,

que estas por encima de del resto de las criaturas silvestres?

Si has logrado dominar las perversidades, 

el egoísmo absurdo de otros seres

de tu misma especie.

¿No te sientes acaso capaz 

de tener dominio propio?

Tan miserable eres,

que te comparas con seres inferiores.

¿Acaso te crees un ser irracional?

Date cuenta ser amado,

de bendición sin igual

que tienes un propósito divino.

Entiende que no eres cualquier adorno barato,

que has sido escogido desde el vientre de tu madre,

que viniste a cumplir tu sueños,

tus anhelos más profundos.

Que hay un ser más grande

el cual te sostiene con una sola mano

y aunque para él eres del tamaño de una hormiga

te trata cual vaso de cristal frágil.

Todo esto me susurro el ser supremo

en mi solitaria pero calurosa alcoba.

Para hacerme entender que valgo

más que mil tesoros.

Así estuve, por un instante de mi vida

así me sentía.

Pero no más llanto,

No más dolor.

Pues hoy me he investido de su armadura,

la fe es mi escudo

la salvación es mi casco

y su palabra mi espada.

Estas armas me acompañan noche y día,

y aun en valles de sobras me resguardan

de mis enemigos.

Calla las voces de las obscuras tinieblas

anunciando un amanecer que está próximo.

¿Y tu miserable incrédulo, 

no te crees capaz de anunciar

las buenas nuevas?

¿Acaso tu espíritu

está muerto en vida 

y caminas tal cual zombies?

¿Te has entregado a la muerte?

¿Caminas sin norte alguno,

sin rumbo fijo? 

De ser así, detente

detente ya,

cansate de cargar tus propias miserias,

de someter a todos los que te rodean

a cargarlas contigo.

¿Acaso ellos son culpables?

¿Acaso no logras ver 

que el único culpable

eres tu mismo?

Tu qué te empeñas en seguir 

sumergido en tu propio abismo.

Tú que decidiste cavar tu propio pozo.

Levanta tu ánimo 

e inclina tu mirada hacia las estrellas

y después que logres contar

todas ellas

entérate que así de infinito

es el número de bendiciones

que te esperan.

He entendido que la fe 

suele ser la certeza de lo que no ves,

la convicción de lo que humanamente

no se espera.

Que la luz de un hermoso día 

nace desde lo más profundo

de mi ser.

Que si todo es caos

he sido elegido 

para ver 

mi más grande milagro.

Que si todo esta de cabeza

califico para que el eterno

derrame sobre mi

una lluvia de bendiciones.

He hallado la paz

que no tiene entendimiento humano,

se ha elevado mi espíritu,

cual ave blanca

y pura.

En este tiempo, 

donde la tristeza y el miedo

se han apoderado

de la mayoría.

Donde la desolación

parece ser el plato que te sirven

tus malditos demonios internos,

cual aves rapaces y sombrías.

Yo he hallado

mi mayor tesoro

mi milagro más grande, 

la paz que no tiene entendimiento humano.

Gracias a ti ser altísimo

gracias a ti

que me has mostrado 

que no existe circunstancia

que se compare con tu gran poder.

Gracias por tu infinita bondad

tu mas grande misericordia

fue quitar los velos mágicos

tejidos por malvadas hechiceras

brujas de las tinieblas

que tenían mis ojos cubiertos

para no ver tu infinita verdad,

pero tú con gran poder

me ha dado una visión clara,

ahora puedo ver.

Y no conforme con eso

me has preñado de tus promesas,

has acabado con mi esterilidad.

Hoy que puedo ver

que mis ojos son los espejos

de un alma liberada,

he comprendido que mi espíritu

habita en una simple materia,

que soy más que un pobre cuerpo,

que el dolor no es parte de mi,

que no hay plaga que toque mi morada.

¡Ho altísimo!

magnifico Rey, majestuoso y soberano

en este transitar por la vida

en la cual estemos de paso

he de vivir conforme a tu gracia y tu favor.

He de disfrutar

de todas tus riquezas

tanto espirituales como terrenales.

He de someter a mi miserable cuerpo,

a ciertos placeres de la vida,

el cual se mantiene en este mundo

de forma circunstancial.

Porque al ser llamado mi espíritu,

al llegar la hora de presentarse ante el Rey Supremo,

esta materia será consumida

destruida y comida por las miserias terrenales,

más mi espíritu tendrá vida eterna.

Esto y más me han hecho comprender

que transito por este mundo momentáneamente,

y por tanto sería un ser estúpido

perder mi valioso tiempo

en cosas que no tienen valor alguno. 

 He podido comprender que todo es vanidad.

Mira hacia el cielo las aves, 

que no siembran, ni siegan, 

ni recogen en graneros; 

y vuestro Padre celestial las alimenta. 

¿No valemos nosotros mucho más que ellas?

Y por el vestido, 

¿por qué nos afanamos? 

Primeramente Considerad los lirios del campo, 

cómo crecen: no trabajan ni hilan;

y aun así el altísimo los viste.

Por ello debemos preguntarnos una vez más

¿No valemos nosotros mucho más que ellos?

Y si la hierba del campo que hoy es, 

y mañana se echa en el horno, 

Dios la viste así, 

¿no hará mucho más por nosotros?

Verdaderamente esto nos muestra

nuestra poca fe.

Reflexiona alma mía

para que adquieras la sabiduría, 

que nos hará entender

que para todo existe un tiempo, 

un tiempo para nacer,

y un tiempo para morir;

un tiempo para plantar,

y un tiempo para cosechar;

un tiempo para matar, 

y un tiempo para sanar;

un tiempo para destruir,

y un tiempo para construir;

un tiempo para llorar,

y un tiempo para reír;

un tiempo para estar de luto,

y un tiempo para saltar de gusto;

un tiempo para esparcir piedras,

y un tiempo para recogerlas;

un tiempo para abrazarse,

y un tiempo para despedirse;

un tiempo para intentar,

y un tiempo para desistir;

un tiempo para guardar,

y un tiempo para desechar;

un tiempo para rasgar,

y un tiempo para coser;

un tiempo para callar,

y un tiempo para hablar;

un tiempo para amar, 

y un tiempo para odiar;

un tiempo para la guerra, 

y un tiempo para la paz.

Entender nuestros tiempos

es ser dignos de admirar,

es demostrarnos

que hemos logrado 

entender los complejos de la vida,

que lo que hemos vivido

ha valido la pena

porque cada experiencia

la hemos transformado

en un valioso aprendizaje.

Pero lo más importante

es que hemos hallado la paz

que no entiende entendimiento humano.

Y que perdimos mucho tiempo

buscando la felicidad 

en lugares equivocados,

cuando en realidad

esta se hallaba en nuestro interior.

Es por ello, 

que me pregunto hoy:

¿Qué provecho saca quien trabaja tanto en afanarse?

Si Dios hizo todo hermoso en su momento, 

y puso en la mente humana el sentido del tiempo, 

aun cuando nosotros

no alcancemos a comprender 

la obra que Dios ha realizado 

de principio a fin.

Yo sé que nada hay mejor 

para el hombre 

qué alegrarse 

y hacer el bien mientras viva.
















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