Dos veredas, una a cada lado… Una pintada de líneas blancas, joven aun (no hace mucho que la hicieron), la otra llena de barro, los autos y los caminantes que pasan hicieron que se notara aún más sus años de vida. Como cinco perros, ninguno mío… No hace pocos años, en esa misma vía que un auto había terminado con la vida de mi “panda”, mi fiel amigo, mi mascota, mi perro.

Aquella vez estaba agotada, como en los que el cielo que se cae encima… literalmente. Hoy estuve perdida, no me sucede siempre…pero decidí salir a la calle en busca de soluciones o simplemente en algo de distracción…Como tantos, como siempre y como nunca. Llevan dos pasos, de donde estoy a la calle, mientras arreglo el salvajismo de mi cabello contra el viento. Que se veía agotado frente al sol de mediodía. En segundos, mi codo golpeo suavemente (según yo…) algo suave detrás de mí, mis ojos notaron una sombra algo más grande que yo que provenía muy cerca de mí, todo indicaba que había una persona detrás mío…por accidente o coincidencia gire el cuerpo incluso sin pensarlo… mis ojos se toparon con otros negros y más grandes que los míos… dos ojos furiosos con un rostro que definía la sola intención de Gritarme. ¿Qué paso? Se preguntaron mis ojos… Al cruzarse con los de esta persona… Mientras bajaba las manos lentamente como pronóstico de que me había metido en problemas.

Le había dado, un ligero golpe en el hombro… Con la fuerza que explotaba mis estrés, mi tención, y lo que mi alma estaba cargando. El rostro algo pálido, con los ojos rojos… ¡Tenga cuidado¡ Me grito. Había dejado de verlo en ese momento… Observaba la lágrima que caí de sus ojos. La pregunta que continúo. No fue una disculpa mía. Fue un ¿qué paso? ¿Está bien? Lo que siguió… Fue un hombre llorando.

Mi “golpe simple” para mí, había revuelto las heridas más profundas de su alma. Y había consumado sus más profundos miedos, y removido sus falsos estoy bien, dejando solamente en gran vacío…En su alma.

Al rato, Fuimos dos extraños hablando de la vida. De la suya y de la mía. Me contó lo que paso… La calle que recorría de donde estábamos a casa. Se llenó de niños, Como los que éramos antes, le comentaba. Había mujeres llevando de la mano a algunos de estos niños, algunos saltaban felices, otros no; habían niños comiendo y otros no; habían personas felices y otras no…

Me contó su historia… Y fue del tipo de esas historias que te cambia, la vida, el momento o simplemente la perspectiva de la tuya. Lloro… Seco sus lágrimas. Se liberó. Éramos dos extraños hablando como amigos. Tomando una sesión psicológica mutuamente sin saber se esa cosas. Dos extraños hablando de vidas extrañas, de lo extraña que es la vida, sin darnos cuenta de los extraños que éramos… nos despedimos. Nunca más nos volvimos a encontrar.

Volví a casa, dejando mis problemas en la calle, el sentimiento era de esos que cuando estas en familia, la calle fue mi hogar, no duro mucho pero si lo suficiente… que la calle más que ser veredas y asfalto. Puede llegar a ser el único lugar donde se puede ayudar y sanarse uno mismo, más que una calle, un hogar, un hospital, una universidad, la vida, un examen, la respuesta…. Y todo lo que se puede según tú… puedas dar en la calle de camino a casa.

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