Un Viaje al otro mundo
Acantos rizados y espinosos eran el adorno imitativo de muchas hojas verdes, un tanto particular de donde éste venía, como aquellos ojos fascinantes y apoteósicos que descienden de su rostro; puesto a que sus pupilas tornan eternamente a cambiar de color; de noche son como la sangre pura, de atardecer son prendidos como las llamaradas...