Muchas personas se inquietan por la vida que están llevando, pero no prestan atención a los detalles, no prestan atención a esas pequeñas cosas que un ser supremo nos entrega a lo largo de nuestra existencia, y por eso dejamos de vivir correctamente y nos enfocamos en el sufrimiento diciendo que la vida es dura. Quizá esto parezca una obra filosófica, pero no se trata de ese tema exactamente, se trata de algo más espiritual, que nosotros los humanos no notamos porque solo tenemos la atención en las preocupaciones, la ansiedad y el miedo, y olvidamos que nuestro espíritu está sufriendo. Esas emociones son los que nos detienen en nuestro propósito en la tierra, y por eso al final de la vida muchas personas se sienten frustradas por sueños incompletos, por metas que nunca llegaron a ser reales. La vida en realidad es una lucha constante entre la felicidad y la tristeza.

Sin embargo, mi viaje se basa en el presente, ya que he estado luchando con él y he experimentado miedos, frustraciones, tristezas, ansiedad, preocupaciones, nervios, pero nunca me he puesto a pensar ¿qué es lo que estoy pensando para traer tantos sentimientos negativos a mi vida? Yo experimente la enfermedad por un tiempo, estuve en cama prácticamente, porque me costaba caminar, y en ese tiempo me dio tiempo para meditar y darme cuenta que no es el ser supremo el que no tiene nada bueno para mi vida, sino que era yo la que no le veía el sentido a mi vida por falta de propósito, fue un viaje corto solo para pensar, y en las noches mientras veía las luces de navidad que puse alrededor de mi espejo, más la música instrumental de una película romántica, todo esto me hacía sentir en paz, fue entonces cuando me di la oportunidad de finalmente parar de sufrir, porque no podía permitir tener un viaje que solo me destruía, paré de sufrir y un día me senté en mi cama, las luces, el frío y mi reflejo en el espejo me acompañaban única y exclusivamente para ver más allá de la tristeza, la preocupación, la ansiedad y el miedo, porque nunca seremos grandes hombres o mujeres sino vencemos esas cuatro intensas emociones.

Mientras me veía, entendí que yo estoy en la tierra por un propósito, porque ¿qué estaría haciendo viva si no es porque ese ser supremo me dio existencia entre muchas? Cuando decidí ser feliz y sonreír, entendí que era mi momento de soñar, de vivir sin malos pensamientos, porque si nos sentimos mal o bien, es mejor echarle un vistazo a nuestros pensamientos, será lo que nos refleja porqué nos sentimos así. Entonces cuando lo hice, noté que me había olvidado de mis sueños, de vivir, de reír, y todo esto porque sentía que mi vida no tenía un sentido importante, y tuve en ese momento que tomar la decisión, empecé a recordar lo que quería para mi vida; en amor, en mi espíritu, en amigos, en familia y en mí misma. Tan solo me faltaba amar un poco todo lo bueno que me rodeaba, y ahí estaba sonriendo de nuevo, tenía tiempo que no la veía, por primera vez en mucho tiempo me amé tanto como amo a ser supremo ahora. Dios.

Mi vida comenzó a tener sentido cuando me di cuenta que tenía un propósito, mi lucha con el presente acabó porque simplemente estoy viviendo el momento, pensando que cada una de las decisiones que vaya a tomar son las que me van a hacer feliz, mi viaje a la vida apenas estaba comenzando cuando decidí soñar de nuevo. Ahora mis pensamientos están puros y limpios y eso me hace feliz. Cuando ocurre algo que implica una preocupación, simplemente no permito que se extienda, le busco solución, y si no la tiene ¿para qué preocuparse? Cuando la ansiedad está a punto de comenzar recuerdo que vivo un día a la vez, la ansiedad proviene a que estamos viviendo en el futuro, y claro está que no estoy en el futuro sino en el presente, por ello trabajo la paciencia porque si estoy en la tierra por un propósito, es porque este llegará pase lo que tenga que pasar, porque nadie vino en vano, todos estamos aquí por algo especial, y llegaremos sin problema siempre y cuando no interrumpamos los procesos por los cuales a veces tenemos que pasar.

El amor no correspondido, el miedo a perder el trabajo, la ansiedad de tener hijos, preocupación por algo que no tenemos, las personas que nos fallan, las personas a las que nosotros juzgamos; todos y cada unas de esas cosas nos detienen, porque intoxican nuestra mente y nos desenfocan de a dónde queremos llegar. Lidiar con ello es difícil para algunas personas, pero nunca está demás intentarlo. ¿Cómo obtenemos el control? Pensando que el ser supremo que nos trajo para algo, jamás nos va a dejar a un lado, y que si ocurre algo malo, estemos tranquilos, porque él se encargará de que todo salga bien después. Un día a la vez, sin miedo, preocupación o ansiedad por algo o alguien que nos da pensamientos negativos, al parar esto, entendemos que hay tiempo para todo, todo tiene su momento, hay tiempo para amar, para llorar, para reír, para vivir. Así es que comencé hacerlo, y tengo un viaje pleno, que ahora comparto con otras personas y esto me permite decirles que todo va a salir bien. Y estoy confiando en que hay un propósito perfecto que nos hará feliz, no estamos en tierra para sufrir, sino para ser felices de una buena forma. Y si en algún momento pasa algo que nos daña, cuando vemos el otro lado de la situación, notamos que siempre hay algo bueno detrás, por eso nos liberamos de personas incorrectas, nos liberamos de la ansiedad y el miedo simplemente para ver atrás y saber que hay algo mejor que nos espera, entonces es cuando ahí comienza nuestro viaje a la vida.

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