Viaje al pasado II

Viaje al pasado II

Leyla Tello

25/06/2019

– ¿Por qué nos haces esto, María? Joder, tía, que era una broma, no era pa´ tanto – María no contesta –. También es que… ¿Quién te mandaba hacer eso? ¿Quién, María? Porque nadie te puso una pistola en la cabeza para que le untases la polla en nata y se la comieses, que tú también… Y encima al Juan, que sabes cómo es… Y, si no lo sabes… ¡Joder, tía, que canta a la legua! Ahora, que tampoco te digo nada… ¡Si yo también me enrollé con él el año pasado! Es un hijo de puta… Por eso al final no me lo follé. Pero a ver qué te crees, ¡si va a por todas! – María contestaría, pero esta vez no lo hace –. Joder, tía, pero por qué, no lo entiendo… ¿Acaso no tenías amigas? Que siempre has sido así, María, nunca nos has valorado como amigas, ¡nunca! Tía, igual no es buen momento para decir esto, pero si ese finde hubieses ido al cumple de Manuela en vez de quedarte comiéndole la polla a ese gilipollas… Todo sería diferente, joder. Tenías mucha gente que te quería, María, mira tu madre cómo está, y yo también, y Manuela, Javi… ¡Joder! ¿Pero qué te hemos hecho para que nos hagas esto, tía? Vale que me reí con la foto, pero yo no sabía que tú no sabías que te estaba grabando, y lo de la nata… Joder, tía, lo siento. Lo siento mucho… – aunque Rebeca está a punto de llorar, María continúa sin decir una palabra –. Siempre te lo has tomado todo a la tremenda, María, y mira ahora… ¡Joder, María, mira a tu madre! Nadie quería que se enterase tu madre, y ahora mira… ¡Si en la foto no se notaba que eras tú, joder! Te lo dijimos todos: tenías que haber pasado… Pero no, tú tenías que tomártelo todo a la tremenda, joder – y María sigue enmudecida.

Es el turno de Rebeca. Se levanta a duras penas del banquillo y se dirige al micrófono que han puesto a los pies del féretro. La madre de María, que ha sido la primera en leer, está parada todavía mirando las marcas del cuello de su hija muerta, y no para de decir que hace dos días la niña estaba viva. Rebeca le da un abrazo y se acerca al micro; era la mejor amiga de María, lo sabe todo el mundo, por eso se ha preparado un papel con un emotivo discurso de despedida que no va a poder leer, porque al levantar la vista y mirar hacia su hueco en el banquillo va a ver a María en el asiento de al lado, mirándola fijamente y sin articular palabra, y se va a quedar muda. Ni si quiera podrá romper a llorar. Tras treinta segundos callada mirando al fondo fijamente, abandonará el micrófono ante el asombro de los asistentes al entierro y se volverá a su asiento, junto al espectro de María, que va a estar a su lado para toda la vida. Desde hoy, Rebeca, de vez en cuando, se quedará muda, y nadie, excepto Rebeca y María, sabrá que Rebeca, cuando calla, en realidad está hablando con su amiga.

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