El viaje de mí vida. Me había enamorado. Enamorado de verdad. A esa edad en la que el amor no llega. Fui el afortunado protagonista de una novela romántica. La chica de mis sueños. Ya no tan chica, su vientre estéril nos dejaría disfrutar uno del otro. La vida de pareja. Los dos. Mi sueño. Estaba a mi vera, tan cerca. Tan lejos, a mi lado, y yo sin darme cuenta.
El viaje de mi vida. Me había enamorado; de verdad. El hombre de mi vida se me apareció. Siempre estuvo ahí. Se encendió una luz. Un sol. El más bueno, más noble, más lindo, más atento, más cariñoso, más guapo, más listo, más alto, más todo. El mejor. ¡Qué felicidad! De verdad no podía parar de sonreír. Yo, que nunca fui buena, ahí estaba, con la tripa llena de alegría, los nudos deshechos y feliz.
Le propuse un viaje. Me propuso un viaje. A todo dice que sí, a nada dice que no. ¿Cómo podía ser de otra manera? No me queda pelo en esta humilde cocorota. Ella se pinta de azul su ilustre melena. Sus piernecillas de hueso a la vista, corren ligeras por los adoquines, evitando tropiezos, a saltitos. Es ágil y elegante en su grácil moverse. La he querido siempre. Me ha querido siempre. El tiempo que falte para que llegue el final quiero pasarlo a su lado. La veo feliz. Soy feliz.
Me propuso un viaje, le propuse un viaje. Me dijo que sí, le dije que sí. Sin hablar, solo un cuenco pintado en mi cara, donde hubo labios turgentes, ahora queda una línea que recoge la vida que me queda. Que arruga mi entorno. Quiero gritar al viento mi felicidad. Quiero que sepa que le quiero. Avanzar despacio por el camino mágico. Quiero darle las gracias por haberme encontrado. ¿A quién más debo agradecer esta fortuna?
Dos figuras erguidas de la mano. A los lados, unos enormes maletones. Avanzan seguros hacia el mostrador. Facturan. Se besan. Van a saltar al otro lado. Recorren pasillos. Se besan. Embarcan. Sonríen. Duermen. Se apoyan el uno en el otro. Sonríen. Se besan. Sonríen. Aterrizan. Las cintas escupen equipaje. Pero la maleta verde de él no aparece. La maleta azul de ella, no aparece. Se miran. Vuelven a sonreír. No necesitan equipaje. Nunca les hizo falta.
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