SERES DE OTRO MUNDO

SERES DE OTRO MUNDO

Ana Mil Días

15/03/2023

Relato infraordinario.

Estrella no percibió que se estaba convirtiendo en un ser de otro mundo, ya que el cambio comenzó sutilmente. Empezó a dejar de emitir cualquier tipo de olor común y a desprender aroma a polvos de talco, a rosas o a jazmín. A limón a verbena y hierbabuena. Parecía que su sistema digestivo había quedado silente y que todo alimento en su cuerpo se volatilizaba como por arte de magia. Su pelo se quebrada con facilidad, y su piel adquirió el aspecto del papel de fumar, suave y delicada.

Pero lo más curioso de todo fue la atracción que empezó a despertar, primero por los niños, y más tarde por los animales. Empezó observando que los bebés la saludaban con un pequeño guiño desde sus cochecitos, cuando se cruzaba con ellos por cualquier acera, y en los restaurantes se volvían hacia su mesa haciéndole muecas para llamar su atención.
Y lo realmente sorprendente llegó más tarde,  cuando también despertó la atracción de los animales. Un día se lanzó en el mar a nadar, desconocedora de una plaga de medusas y nadando entre ellas largo rato, ninguna se acercó. Así, que poco a poco se fue rodeando de esos seres que todavía conservaban algún vestigio de ese otro mundo del que venían y al que Estrella se estaba preparando para volver.
Mientras tanto en la localidad costera donde vivían, los niños comenzaron a contar que por las noches una moto sobrevolaba el cielo. La conducía un intrépido joven con unos viejos tejanos y cazadora de cuero. Era Roberto que también se estaba preparando para volar al mismo sitio y salía cada noche de sus sueños para recorrer con su moto las figuras de las constelaciones.

Y es que Estrella y Roberto sin saberlo, habían empezado a tejer las plumas de sus alas de ángel, y a pintar las estrellas de sus varitas mágicas.
Estrella se vistió como una ninfa de los bosques, y traviesa y juguetona, se perdió una madrugada. Días antes de partir, se había cruzado con Roberto. Creo que no se conocerían hasta meses más tarde cuando él también se marcharía.
Se miraron largamente por última vez, sin intuir, que a los dos estaban a punto de salirles alas de ángel, sombreros de duendes o colas de sirena.

A Eva y a Julián.  A todos los seres que se marchan antes de lo previsto dejándonos para siempre envueltos en su magia.

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