Levanté el crayón que mi hijo tiró accidentalmente, lo toqué con tanta rapidez, porque me sentía apurada por entrar a casa, me bastó un segundo relámpago para decidir dejarlo sobre mi alféizar, pensé: “quizás pase un niño y a través de la oscuridad lo divisé y decida recoger este color azul entero, que no quise meter conmigo y con el pinte sus bocetos, pues un crayón nunca sobra”. Se como un crayón y déjate utilizar para dar color a las hojas vacías.
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