No eres constelación (relato infraordinario)

No eres constelación (relato infraordinario)

Alma Oratrices

08/02/2023

Estaba haciendo fresco en ese claro de monte espeso.

Un cielo azul en el que no prosperaban las estelas de los aviones.

Un sol de agua.

Nadar da hambre y los niños no comen pescado ni beben jugo de níspero.
Las madres yacen a la sombra sobre las piedras, bajo sombreros grandes, tras anteojos oscuros, estilizados hongos ocres, llamando a las hijas para embarrarles bloqueador.
Piedad, Consuelo, Amparo. Cariátides, estructuras portantes, hogares sin remedio.
Las hijas estampan corazones en la piedra con su agua. Dejando huellas breves, como las burbujas de un hervor profundo tras el zambullirse.
Al morder los mangos muy maduros rueda jugo muy dulce de las bocas, que aterriza en pantorrillas y muslos medio bronceados.Gotas caen en las rodajas de lima estampadas en la tela del biquini, se mezclan con restos de arena y sal en la entrepierna o siguen rodando.
El queso también resuma agua y moja el pan que a su vez es regado por gotas de sudor o agua las cuales, nacidas bajo el pelo, caen de la punta de la nariz.

Él mira la escena con un ojo intruso.

-«No éres constelación»
Estar ahí sin excusa, sin hábitos, sin historia.

El isleño come de pie. lanza las semillas al monte. Éste, de ópalo y obsidiana, mejor anclado al piso del continente o del suelo oceánico. Sus manos, hablan con las espaldas, aceleran la lancha para coronar olas sin cresta, para después aterrizar en la falda de una nueva ola que se traga el horizonte.

Los haces de luz rotos en arcoiris dentro de la bruma de agua atomizada acompañan a la lancha en su regreso.

En la noche la brisa infla las cortinas convertidas en espectros ingrávidos irradiando luz palida, animados por la bulla de la ensenada. Retrocede el bochorno pero no el bamboleo presente aún en su cabeza.
En el baño, sobre las baldosas de pizarra se han tumbado la sal con agua dulce. Sobre el postigo se secan los biquinis, conservando cierta radiación de lo que cubrieron.
Cuatro triángulos de tela húmeda.
¿dónde está el misterio?
¿Lo ven las manos y salivan las bocas pensando en su acidez?

Juega con los postigos abiertos a la prima, a las madres, al sol, a las miradas, al cielo.

La nube sobre el horizonte es díez veces más alta que los islotes. En un borde se enegrece y desgaja en aguacero. El mar se inquieta y trae palos a la playa.

-«mírame, ahí estoy, me rechaza la espuma.»

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