El banco de la avenida Burriana

El banco de la avenida Burriana

Marcelo Otero

27/01/2023

Situada en medio de dos prominentes palmeras yace inerte un banco. Almas con huesos exhaustos descansan en él antes de continuar. Otros similares se pierden en la plaza del Calduch en Castellón de la Plana. Más al centro un banco con amantes adolescentes que se agarran de las manos y sonríen al besarse. A la izquierda un hombre hablando por teléfono mientras sacude con vehemencia su corbata roja.

Todos los viernes a las 9.25 de la mañana llega ella a tomar un café en el bar de la esquina de Almazora y Burriana. Los jueves no, los miércoles tampoco, solo los viernes. Se percibe su simpatía a la distancia. Deja su pelo hacia su derecha al alzar la taza y beber un sorbo. Muerde la punta de un bolígrafo, piensa unos segundos para luego hacer unas anotaciones, en media hora pedira la cuenta, dejará una propina y se irá. Todos los viernes saca una libreta de apuntes mientras saborea su café. Serán dos, tres palabras o quizá una frase entera.

La huerta de Zaira cierra los domingos, la fruta fresca llega los lunes al amanecer. El encargado dispone los canastos azules a los laterales dejando los grises al centro al acomodar la verdura. A las 10.18 llega una mujer, todos los lunes a la misma hora, camina lentamente como pidiendo permiso a la vereda en cada paso. Viene con un perrito pequeño al que deja atado a un poste, le habla, le dice algunas palabras que no logro oír. Compra algunos tomates, lechuga, un par de frutas. Se queja del precio al pagar. A unos pasos pasa por el bar oriental y pregunta por algunas flores. Esas son flores otoñales aún estamos en primavera le responden.

A las 11.22, por una calle lateral está la cervecería «Rusa», el empleado coloca algunas sombrillas, mesas y sillas sobre la plaza. En algunos meses el frio comenzará y no quedarán rastros de ésta sobre el Calduch.

Regresé tiempo después de la pandemia y a la rubia de los viernes no se la ha vuelto a ver por el bar de la esquina, la mujer de pasos lentos regresa todos los lunes, pero ya sin su perro y ha cambiado a «Zaira» por «Benasal». La «Rusa» ha de ser «Alba»y algunos transeúntes llevan su café en tazas metálicas con pasos presurosos hacia algún destino incierto.

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