Fotografía: Simón Valcarcel y Msn

Un hombre a pocos metros de mí, abre la puerta de su habitación, se asoma, saluda con un acento extraño. Ojos verdes y claros como el mar de Barú. Después de darme espacio de detallarlo, miró hacia ambos lados, giró, ingresó a la habitación y cerró la puerta; finalizando así, un momento de esparcimiento.

Alguien toca a la puerta de forma retraída. Era nuestro huésped.

  • ¿Le puedo ayudar? Pregunté
  • Sí, respondió.

Me explicó que quería poner un botón en su camisa y le suministraré un kit de costura.

Agradecido lo recibió y le pregunté:

  • ¿Sabe usted cómo hacerlo?
  • No. contestó.
  • ¿Es en serio? Reí

Bajó la cabeza como sintiéndose avergonzado y pensé ¿me estará manipulando?

  • Te ayudaré; expresé. Por favor enhebra la aguja.

Con entusiasmo expresó:

  • ¡Por supuesto! Enhebró la aguja y me la entregó.

Se acercó y con algo de timidez sugirió:

  • No creo necesario pasar la aguja por los cuatro huequitos del botón, con tres, tal vez queda bien.

No puede controlar mi risa. Lo imaginé repasando uno a uno los cuatro huecos del botón. Le expliqué lo que haría y al final rió también.

  • Listo, afirmé devolviéndole la prenda de vestir.

La observó y tomó la billetera.

  • ¿Qué haces? Pregunté
  • Es una muestra de mi gratitud. Replicó
  • Es sólo un botón por Dios Santo. No es necesario el pago.
  • Es sólo una muestra de mi gratitud.
  • Entonces sólo di gracias. Exclamé y me alejé.

Llegando a la puerta, me dijo:

  • Gracias, me ha salvado el día.

Rato después alguien gritó mi nombre. Era él quien salió a mi encuentro. Extendió los brazos, giró como modelando para mí y manifestó:

  • ¡Mírame es perfecto, quedó perfecto! Mostrando su sonrisa que me impactaba.

Estaba listo para irse a lo que sea que tuviera planeado hacer y mi respuesta, ante tanta euforia, fue una sonrisa y una leve inclinación de cabeza en señal de aceptación a lo expresado por él y sí, se veía perfecto. Entonces levantó su mano en señal de adiós.

Comprendí que puedes cambiar el mundo de alguien, sin capa o una fuerza descomunal. Él se sintió feliz porque desapareció un inconveniente menor, que le podía distraer de lo importante. El hotel conservará a su cliente, quien además los recomendará. Él aprendió de mí, como poner un botón en su camisa. 

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