[Infraordinario]

La diestra parece siniestra, y la siniestra, desubicada: a pesar de tener diez dedos –incluidos dos índices y dos pulgares oponibles–, actúan como gallo sin cabeza. De ellas se ha dicho que son como pollas, que todo lo que tocan lo joden; pero, a su manera, también son expresivas: se agrietan cuando la ansiedad, más que el frío, las arrecia, y son firmes cuando acarician. Rara vez se reconocen en el espejo, pero agarran lápices y son felices y ni los cortes del papel interrumpen su deleite. Hubo una época en que quisieron imitar a mano lenta, y subían y bajaban por el mástil de una guitarra como iguanas en verano: atolondradas, hambrientas, masticando cada cuerda. Ruidosas. Aparatosas. Ahora, no sé si por pereza, se conforman con tañer la vida tal y como viene. Los dedos como morcillas y las uñas bien cortas.

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