Un hombre a pocos metros de mí, abre la puerta de su habitación, se asoma, saluda con un acento extraño. Ojos verdes y claros como el mar de Barú. Después de darme espacio de detallarlo, miró hacia ambos lados, giró, ingresó a la habitación y cerró la puerta; finalizando así, un momento de esparcimiento.
Alguien toca a la puerta de forma retraída. Era nuestro huésped.
- ¿Le puedo ayudar? Pregunté
- Sí, respondió.
Me explicó que quería poner un botón en su camisa y le suministraré un kit de costura.
Agradecido lo recibió y le pregunté:
- ¿Sabe usted cómo hacerlo?
- No. contestó.
- ¿Es en serio? Reí
Bajó la cabeza como sintiéndose avergonzado y pensé ¿me estará manipulando?
- Te ayudaré; expresé. Por favor enhebra la aguja.
Con entusiasmo expresó:
- ¡Por supuesto! Enhebró la aguja y me la entregó.
Se acercó y con algo de timidez sugirió:
- No creo necesario pasar la aguja por los cuatro huequitos del botón, con tres, tal vez queda bien.
No puede controlar mi risa. Lo imaginé repasando uno a uno los cuatro huecos del botón. Le expliqué lo que haría y al final rió también.
- Listo, afirmé devolviéndole la prenda de vestir.
La observó y tomó la billetera.
- ¿Qué haces? Pregunté
- Es una muestra de mi gratitud. Replicó
- Es sólo un botón por Dios Santo. No es necesario el pago.
- Es sólo una muestra de mi gratitud.
- Entonces sólo di gracias. Exclamé y me alejé.
Llegando a la puerta, me dijo:
- Gracias, me ha salvado el día.
Rato después alguien gritó mi nombre. Era él quien salió a mi encuentro. Extendió los brazos, giró como modelando para mí y manifestó:
- ¡Mírame es perfecto, quedó perfecto! Mostrando su sonrisa que me impactaba.
Estaba listo para irse a lo que sea que tuviera planeado hacer y mi respuesta, ante tanta euforia, fue una sonrisa y una leve inclinación de cabeza en señal de aceptación a lo expresado por él y sí, se veía perfecto. Entonces levantó su mano en señal de adiós.
Comprendí que puedes cambiar el mundo de alguien, sin capa o una fuerza descomunal. Él se sintió feliz porque desapareció un inconveniente menor, que le podía distraer de lo importante. El hotel conservará a su cliente, quien además los recomendará. Él aprendió de mí, como poner un botón en su camisa.
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