La buena parte

La buena parte

Agus a

24/12/2022

Empiezan con un café; una mirada larga de extrañeza, un encuentro a última vista…

con miedos juveniles en las charlas, historias de buena vida, con una música, una samba y una buena compañía… así el espíritu con la carne rectifican. Con calor en las noches frías. Con el jueguito de recordar, pero lo que suele brindarse espontáneo: como la uchuva que dio su olor a ese verano… y conteos de arena, por los desiertos que han debido deambular, en su desvío temporario del oprobio.

Sobre un amor ulterior al tiempo, un ego que envenena un cuerpo. Es angustia; soberbia. Te llega aprisa, como el sabor de un metal fraguado, como el sostén de un estima de robot; la melancolía de una despedida temprana. Son habitáculos varios, ello son, pero de cuerpos reñidos por su vieja gloria. 

Son sus estados adversos. Son sus largas duchas del desencuentro; las que se vuelven en frases que se van dejando reposar. Son memorias gratinadas con su esencia, en lágrimas de mar, saladas por un hombre; obligado a vivir en plenitud con su recuerdo.

Un café así se enfría: esta es solo la sinopsis de un divague tormentoso. Que es, y es sino en partes, como vivir; y vivir, que es en buena parte, un sufrimiento pasajero. Así es como se ve, así es como se llama: amargura de dos espíritus perdidos; una llama que lento muere, que a merced se aprecia. 

Hoy son solo sus recovecos más temidos, como bellas palabras que entierra la memoria. Zócalos de besos, cientos. Como habitáculos varios, ya se ha dicho; son un recalco anaplásico de lo nimio. 

Son los que duermen mientras otros sueñan. Los que madrugan para ungir sus sueños en caricias de la realidad; son lo que son pero en realidades fragmentadas, en cuerpos decadentes que se envuelven en si mismos por su debido tramo. Son los que saben que el pasado no debe retomarse. Los pocos que no pueden revivir a sus muertos, ni soñar un mismo sueño dos veces. Son los que no pueden regresar a buscarse, los que se admiten perdidos, pues esa llaga entrañable los suscita; aquella otra buena parte, cuya alma lenta circula, que a merced se aprecia. Son el eco desgarrador del tiempo, arrancando indiscreto su capitulo perdido.

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