PRIMERA VESANIA


Madrid y yo. –

Por aquí en febrero todavía es invierno

y mis médulas sufrían.

Yo llevaba bufanda,

calcetines gruesos

y una gabardina larga

que lograba calentarme los tuétanos

y todos los desprecios.

Banalidad. –

Asistía a estos lugares dantescos

como requisito mundano e insondable

de subvenciones condescendientes,

en busca de aquel resplandor

que apagaba nuestra presencia.

La oscuridad escribió Generación

y sólo aparecieron

individuos con insuficiencia gramatical,

y muchos otros, exentos de cordura.

Creación. –

Un círculo de fuego no es azul ni celeste,

es la vida,

la oscuridad,

la desidia.

Entonces distinguí en las entrañas del mísero desdén

a un misántropo ser hecho hombre,

sin azul,

sin celeste,

oscuridad perfecta a imagen

y semejanza.

Cayo Téllez. –

Dijo

–sin mirarme y escupiendo escarchas–

que le llamaban Cayo Téllez.

Tenía los pómulos sobresalientes,

la sonrisa escondida en un oscuro impreciso

y una mirada de rata que asustaba.

Sin embargo, sus palabras llegaban a describir los colores de la locura,

como el silencioso grito de los ríos cuando resbala e irrumpe

por las impúberes entrañas de los campos.

Al oír mi nombre,

me confesó furtivamente que él, también, era un aprendiz de poeta.

Misantropía. –

Lo desconocí.

No quise saber de una genealogía que sugería anocheceres,

Despropósitos,

Ventosidades.

Detesté su figura,

no por ser ese tipo de espectro,

Sino por presentarse

con la cara sucia del desprecio

y las caries más irreales de una razón

indefinida.

Iluso. –

Me convertí en volcán.

Consideré que su presencia asquerosa,

–y su impertinencia:

yo también soy un aprendiz de poeta–,

dejaba en bragas a la poesía.

La causa trovadora es mucho más

que hombres oscuros

extraviados en callejones bohemios y comunitarios.

Lima y él. –

La madrugada infinita,

–por allá febrero todavía es verano y sus médulas reían-,

se convirtió en realidad,

paro eterno,

aguijón,

vuelva usted mañana

y otras asperezas que elevaron alas

y cruzaron el charco de nuestras trasgresiones utilitarias de antaño.

De manera imprevista desprecié a la vida,

pues revelaba que no se asemejaba

para nada al sabor azul de la miel,

ni a la dulzura de la melodía celeste y

provocativa.

Descubría que era negra

como la mirada insípida y extranjera de Cayo Téllez.

Al fin decidió compartir su tragedia,

dándole a sus palabras sentidos diferentes,

como si les exprimiera el alma buscando significados

que ni el diccionario con su fe de erratas, reconocía.

Me fui.

Atrocidad. –

El sueño cansado de poeta inesperado y convenido,

me sugirió una historia de putas y yonkies,

sórdidos fantasmas que abundan por estas cloacas

antidemocráticas, bohemias y comunitarias.

No me permití escuchar semejante atrocidad,

mas no tuve que invocar al crimen para silenciarlo.

Mi repudio no recuerda la sangre,

ni el dolor,

ni los gritos.

Seducción. –

Al subir al auto

reconocí su voz órfica. Detrás de mí

lanzó un manuscrito irreverente,

y su mirada de provocativa lisura

se perdió entre las sombras de otras sombras.

Inicié la lectura sin necesidad.

En contra de todos mis esfuerzos

fui seducido. Reducido a la esclavitud de sus palabras.

Bajé,

corrí desfalleciente,

–como un perro en busca de su amo–,

hacia el opaco callejón donde dejé a esos murciélagos

sin destino.

No estaban.

Solamente encontré a un viejo que apagaba el fuego pisoteando las cenizas.

Le pregunté

–aún embriagado de inspiración–,

por un hombre sucio y desdentado

que se hacía llamar Cayo Téllez.

Me miró con fatalidad, como diciéndome:

“Idiota, lo has perdido”,

y no me contestó.

SEGUNDA VESANIA

-No para cualquiera-


MADRID

Al otro lado de la noche

Sigue respirando angustias y desesperanzas

todavía

EMPIEZO

diciéndole

Querido amigo

que mi mujer es la hermanastra de la prudencia

La amo

como solo un niño grande y loco puede amar

cuando se enfrenta a las estrellas

Se ha ido sin irse

Está y no está

La memoria también intenta hacernos olvidar la pasión

Pero todavía soy su custodio en estos oscuros parajes

donde nadie podrá violentar la modestia de su enajenada cordura

Sin ella me hubiera sido imposible salvar tantas adúlteras seducciones

que se mostraron amenazantes ante mi virilidad

Sus ojos

Querido amigo

Son como el reflejo que emite el más sublime arco iris que pueda imaginarse

Stendhal no podría plasmar su mirada como se la proyecto yo

Es por la forma

Sabe

Por el elemento creativo de la forma alucinante de su cuerpo

¡Estoy mintiendo! ¡Nada me conmueve!

Siempre que deseo describir sus cualidades etéreas

Miento como un desquiciado sin provisiones

Lo cierto es que aún no se han inventado los signos alfabéticos para desnudarla

Sólo diré que no hay comparación semejante para sus formas

y sus actitudes de hembra y de madre

A VECES

convertimos a la poesía en una terrible fementida

que invoca altivas incoherencias metafóricas contra la verdad

Nos convertimos entonces en singulares ejemplares del seol

Sin embargo

Casi siempre los aprendices de poeta

-Como su servidor-

asumimos inconscientemente el dolor ajeno y desconocido

que sobra en las posaderas del mundo

Otras veces como antípoda a nuestro cosmopolitismo

No logramos fingir el verdadero dolor que nos abruma

Luego somos reaccionarios de nuestras propias culpas

USTED

Querido amigo

No podría imaginarse

Nadie puede imaginarse el sentir incandescente del equívoco

Y estas manifestaciones prosaicas son las exclamaciones de aquella equivocación

Pero también representan al rubor descongestionante de un poeta enamorado

Perdón

Que estuvo equivocado

Reminiscencias de un pasado pisoteado

ADMITO

que tenía la boca repleta de mierda

Y que de mí

(artesano de la palabra corregida / arquitecto de los difuminados dibujos de la memoria) sólo emanaba perdición y protuberancias anormales

que maltrataban mi sensatez y las buenas costumbres

Hasta allí me arrastraron la lascivia y los desnudos deseos

Sí es exquisito el placer que se siente en los momentos de transgresión

Pero después de la sonrisa absurda y vertical ¿qué?

¿Soledad? ¿Libertad? ¿Confusión?

¿Qué demonios sucedía luego de recorrer los volcanes

y los abismos prohibidos del paladar?

Me quedaba como las mismas profundidades imprevistas

El vacío no existía

Era yo mismo

Y de pronto

despertaba más frío que aquellas carnes que me engatusaron

Tampoco era carne pervertida

Acierto al decir

Que me había convertido –tras ese ejercicio mundano – en absurdo abatimiento.

¿Dónde está mi patria ahora que sufro?

¿Dónde están sus dictaduras Sus golpes de Estado Sus cerros clandestinos Sus melancolías?

AL RECONOCER

la resaca creía haber indispuesto a los demás

Pretendía que habiendo proclamado injurias

Nadie se percatase de mi desvergüenza

carnal y vencida

Los males surgían cuando me olvidaba que el tiempo y la distancia insisten

Surgían cuando el acento irregular y las vocales insulsas

se nos perdían en las bifurcaciones de la sexualidad abrupta y pegajosa.

CONSIDERO

que esas voces –expuestas después-

materializaban a los absurdos que todos –poetas y no-

llevamos dentro como un estigma social

Significa que he logrado expulsar a la testarudez

y sus congéneres de mis sentimientos

Reconozco que he vencido como hombre

Mas sin proponérmelo he fracasado como poeta

pues he amado lo contranatural y he atiborrado a mi amada de locura

Todas las tormentas están servidas

Ya pueden murmurar: ¡Está loco!

No importa

Mis palabras no pueden ser digeridas por insípidos

No es para cualquiera

Ahora mis espaldas están protegidas por el verdadero jugo del amor

No enamoramiento

Cuidado

Sino por el íntegro tiritar de las emociones

El resto

Querido amigo

son pretextos y destemplanzas

NADA MÁS

Como reitero cada noche perdido entre la espesura de mis culpas

esta es la historia de una equivocación pisoteada

La esquina

El rincón

La nada donde pernoctan mis huesos fúnebres

El puñal que dislocó mis funciones de padre iberoamericano

Como comprenderá mi fuerza radica ahora en las entrañas de esta enajenación

Y aunque mi destino sea residir en el cielo

-Porque los vesánicos hemos sido revestidos de pecado

por fuerzas espirituales de maldad-

deseo llevarme como último deseo

la fuerza de su libre mirada

la sensibilidad de sus manos rebeldes

y la calentura de sus inagotables besos

Entonces seré libre

POR ÚLTIMO

quiero confesarle

Querido amigo

–no es ningún secreto para las ratas y otros tronos y potestades-

que ni el más fiero demonio o roedor salvaje podría inducirme

a salir de este escondite donde reposan nuestras ansias locas para siempre

No me busque

Querido amigo

Yo lo encontraré

TERCERA VESANIA


Impotencia. –

Mientras regresaba al auto

–entre duda y duda–,

decidí que ese viejo era el mismo

Cayo Téllez que se me escapaba.

Entonces recordé sus labios delgados

que cada vez que fluían palabras

ante mi presencia, repetía: “Querido amigo…”

Poetastro. –

No puedo realizar otra obra más justa

que vengarme de mí mismo.

He descubierto que no soy más que un poetastro nocturno

que sin ton ni son persigue las subvenciones municipales

que le permiten sobrevivir.

Hombre que cada vez que relee a Cayo Téllez

quiere ser como él.

Me voy convirtiendo en su verbo,

en el diptongo que se pierde entre sus versos

experimentales,

y sospecho, casi sin dudar,

que nunca existí.

Locura Fugaz. –

Me he preguntado ebrio de vino verde,

si no seré yo el que ha escrito estas

cuartillas y deseo hacerme creer

–y hacerles creer–,

que lo ha escrito otro loco.

Otro hombre que me ha ninguneado

y me ha transformado en un demente.

Quizá el auto donde leo sus poemas

no sea un auto sino una estrella fugaz,

y el lugar oscuro donde reposo mis huesos

no sea otro lugar distinto que aquel callejón

opaco, bohemio y comunitario de nuestra despedida.

Evanescencia. –

No encuentro otro destino que no sea concebir a Cayo Téllez,

cada vez con más exaltación,

en plaquetas subversivas,

en revistas esporádicas,

en libros surrealistas,

en mi piel,

en la tuya,

garabatear sobre la discordia del mundo

y salvar de alguna forma su

reminiscencia evanescente.

Fuego azul. –

No sé si soy azul o celeste.

No sé si estoy loco o si soy círculo de fuego

a imagen y semejanza.

Lo importante es descubrir la vida y sojuzgarla.

Cuando desaparezca el tiempo de oscuridad perfecta

–entonces–,

se podrá ver el final de nuestros pasos,

la vigilia de los ojos,

la muerte de la memoria.

Azotea. –

En el instante en que te encuentre

–Cayo Téllez Misántropo convencido–,

la paranoia,

la falsedad

y las incertidumbres

dejarán de reír y de cantar

en la azotea de mis desgracias.

Será primavera. –

En los opacos callejones de nuestros corazones siameses,

sólo llorarán los cipreses,

y aunque no sea abril,

por aquí será primavera

y todos estarán releyendo conmigo

estos versos malditos

que tratan del amor,

de tu amada,

y de la añoranza de sus ojos libres.

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS