Al final de mi calle, había un gran sitio eriazo, el que terminó por ceder al progreso inmobiliario, donde antes corríamos con una pelota desinflada, un montón de amigos disputando un partido, esos donde el último gol, valía por todos.Resultado de imagen para pichanga de barrio

En las murallas de la esquina, dejábamos escrito el nombre de la muchacha que nos gustaba, invitándola a salir.

En la tarde, en un pequeño canal, podíamos meter los pies para refrescarnos, también los más ancianos tenían su espacio, debajo de una pequeña arboleda, jugaban rayuela larga y también de la corta. (Bebían)

Hoy, es el estacionamiento de un mega mercado, de un momento a otro, Pedro Ugarte, vendió el terreno y con ello se llevó una parte de nuestros juegos.

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¿Será que a veces ni la infancia se escapa al progreso?

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