un estanco, una tienda de ultramarinos, una mercería y una tienda de ropa son los comercios que proveen mi pueblo. La calle principal es peatonal y corta. La panadería también es supermercado y bar, Su clientela es fija, cada día acuden las mismas personas, mayores ya. Algunos días acortan la charla delante de la infusión o el café para acudir al funeral de alguno del grupo. Se conocen de memoria, se quieren, se odian, se critican, pero siguen acudiendo a la cita, Son personas sencillas pero no simples. Urden tramas, inventan historias, Ramona, la dueña del local alimenta sus estómagos con los crusanes recién horneados y su imaginación con el último chismorreo de turno. Siempre son las mismas caras, la misma gente a la misma hora. Hoy te enaltecen, mañana te destrozan. Vidas que quedaron vacías, corazones endurecidos. La soledad les afiló la lengua y los sentimientos.

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