Atardecer en Madrid, en medio de un sinfín de pies acompasados, guiados por miradas que se pierden en abismos de cemento y de papeles.

Cruzando Bailén, acompañado en lo romántico y solo, siempre, en lo nostálgico.

Apenas conozco la historia de tus piedras llenas de años acumulados, de gentes de todos los mundos, del aire de todos los sitios.

Bajo la luz de las farolas, sobre la altura del viaducto tus suelos huelen a promesas y a veces nadan en rastros de muerte.

Amor pasado, amor presente,

amor, pasa rozando entre la gente, malherido.

Atardecer en Madrid, cruzando Bailén, dejando que el tiempo pare las agujas, tomando un café en bares sin nombre, beber aún sin sed, con gentes sin rostro.

La noche se abre como un fiel amante, el humo se esparce.

El adiós aparece en forma de lluvia.

Cruzando las calles, cruzando Bailén. (Madrid- 1991)

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