– Dime que tú también te acuerdas de nuestro paseo por medio de la avenida a las dos de mañana, de la nicotina en nuestros besos, de las miradas perdidas, de las risas, de mi mano teniendo la tuya, de aquél abrazo, de nuestros sueños.

Dime que también te acuerdas de aquellas tardes calurosas en los parques, en las plazas, de las noches lluviosas, del silencio en tu cuarto, de tus nervios, de mi llanto, de mis poemas, de tus sonrojos.

Dime que tú también, tú también me extrañaste, cada día, que me imaginaste en cada esquina, en cada paso, en cada uno de esos instantes, a tú lado, que hablaste de mi,como si hablaras de una maravilla, que tu alegría fue mía, que tu vida fue mía, que nunca más diste un beso sincero, que ya no amaste como me amaste a mi.

Dime que aquellas calles son nuestras por siempre, que nadie más las volara, que ya nadie más encontrará en ellas nuestro perverso amor.

Dímelo, ahora que estamos una vez más aquí, ahora que los carros pasan , ¡grita que tú también te arrepientes!

¡Grítamelo!

– ¡Me arrepiento!, ¡me arrepiento de no haberte agarrado la mano en los paseos, de no haber estado tu lado en los callejones oscuros, de no haber gritado cuánto te amaba!

Si nos quedamos aquí tal vez, tal vez esta vez, podamos estar juntos por siempre, en está calle que nos vio tan contentos, tan tristes, tan borrachos, tan ridículos.

Si nos ponemos en frente de aquel camión, nuestros cuerpos, nuestras sangres, nuestros sueños volverían a estar juntos.

Esta vez nadie podría separarnos.

Como hace dos años, solo tú y yo en la calle, solo tú y yo marcando nuestros pasos.

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