Erase una vez un viejo vagabundo que habitaba en la calles durante el día y desaparecía en las noches, nunca supe donde se iba al caer la noche pero eso no era lo que mas me intrigaba de el, ya que este personaje esquelético de barba blanca siempre hablaba con un tono de voz muy baja así nadie lo escuchaba ademas lo hacia solo, no hablaba con nadie imaginario en especial, en realidad murmuraba cosas, nada interesantes superficialmente al oírlas, pero si se escuchaban con atención todo era muy diferente el tipo hacia cálculos con todo aquello que miraba, desde áreas hasta volúmenes de cualquier objeto, había calculado desde las dimensiones de las bancas de un parque que solía frecuentar hasta la cantidad de ladrillos que había en el suelo de aquel lugar, aunque todo ya lo había medido y quien sabe con que lo hizo por que ni zapatos tenia, el continuaba con su obsesión.
Un día cualquiera le hable, quería saber de donde sacaba las medidas y los cálculos, creí que por estar loco no me hablaría o me respondería con gritos e incoherencias, pero no fue así, perfectamente me respondió con solo sacar un libro de álgebra y algunas fotografías de el mismo en su juventud, paso horas contándome lo que hacia y quien era pero mas importante aun, entre sus historias la estrella mas brillante hizo su aparición, me contó en pocas palabras por que termino así.
Algo sin duda maravilloso y trágico pero no es su historia sino en lo que se convirtió, pase días visitándole y revisando una mochila que siempre cargaba en su desgastada espalda, entre libros de matemáticas y monedas antiguas habían objetos sin valor, como tapas de cerveza según me contó eran sus primeras borracheras pero a medida que le conocía mas a fondo perdía interés sobre su vida, decidí alejarme y verle desde lejos, algunos momentos observaba.
Mientras que entre susurros contaba los granos que comía cada paloma, contaba los pasos que daban al mismo tiempo analizaba y detallaba cuantas habían, cuantas de ellas lo miraban y cuantas personas habían a su alrededor, clasificaba todo por color, forma y tamaño luego lo media cuidadosamente mientras comía, cada día todo era diferente, siempre habían nuevas personas rondando el lugar y cambiando todo aquello que había calculado el día anterior, quizás le frustraba o quizás le animaba, nunca lo sabre pero estoy seguro que era algo que podía hacer sin parar.
Al caminar contaba sus pasos, al sentarse lo hacia varias veces y repetía una y otra vez casi imitando a las palomas en su constante jadeo y monotonía parecía no acabar, pero un día no le volví a ver y a partir de ahí el parque se torno de otro color parecía lleno de un aire nuevo y limpio, el viejo se había marchado, se que debí decirle adiós.
Al investigar su vida supe que fue quien diseño y llevo a cabo la construcción del parque que el solía estar midiendo constantemente, lo hizo cuando apenas era un adolescente de diecisiete años quien era marcado por todos los que le conocían como un prodigio y un prolífico matemático, llego al punto en que parecía que el mismo hubiese inventado las matemáticas, lo comprendía todo, tanto fue que en un momento colapso y termino como un vagabundo triste y loco al que todos recuerdan como eso mas no por lo que en realidad fue.
El parque lleva su nombre en su memoria, al ser su única obra quizo perfeccionarla en su mente tal vez lo logro, bueno nunca lo sabre, me frustra el hecho de que nunca lo sabre muchas cosas, diciendo esto un niño me observa y se que se pregunta que hace un viejo vagabundo estudiando un libro de matemáticas y murmurando una historia en medio del parque.
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