Era domingo, el día en que mi madre descansaba de su trabajo y también era el día en que aprovechaba para llevarnos al parque a divertirnos. Lógicamente, el domingo, mis hermanos y yo podíamos salir del pequeño departamento en que vivíamos.
En uno de estos días especiales, mi madre llegó tarde de trabajar por tener doble turno de trabajo; sin embargo, con todo el cansancio, sus penas y preocupaciones, nos llevó al parque. Pero en menos de una hora comenzó a llover, evento que nos regresó a casa.
Sin embargo, comprendí que no necesitaba ir al parque para ver el sol, sino que el sol estaba en mi madre. Pues ella era el centro de mi mundo, me daba su calor, su energía y su vida.
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