Oscura y fría eran las palabras claves para describir la noche de aquel 15 de febrero, donde el deambulaba por las calles de su pueblo buscando aquello que se cree perdido, la lógica del porque después del ayer él se encontraba solo, desaforado del amor que se arremetía en su corazón, tratando de soportar y encontrar en la música que llevaba puesta en su reproductor, la tranquilidad después del desamor que solo sentía en la lírica de versos cantados por otros.

Su mente se debatía entre seguir el sendero que cruzaba la plaza y el pequeño parque construidos por políticos cegados de poder, o tomar la desviación por el estrecho y oscuro callejón que lo haría recordar esos pequeños y fugaces momentos de amor con ella; su mente se encontraba en un viaje de desesperación, un debate se establecía sin parada alguna en aquel instante, una noche en la calle no era suficiente para alcanzar la calma, no habría tratamiento alguno que ayudara en el momento de amargura y enfermedad para el corazón.

No había pasos que dieran revés a la situación que él vivía esa noche, en las calles adoquinadas llenas de vacíos, su mirada daba al cielo en busca de respuestas; mientras su ilusión de amar y ser amado se diluía sobre el sólido camino; todo se estremecía en su interior y su cuerpo aparentaba firmeza, no había cavidad de existir en medio de ese dolor, de sentirse que hizo bien las cosas y aun así todo se derrumbó sin razón alguna.

Trato de conseguir aliento, olvidar el momento, pensar esos ratos buenos, pero la mente le jugaba sucio, le daba puntazos de recuerdos asesinos que martirizaban el momento, y así, el comenzó a sentir que el camino adquiría un letargo de sueños y promesas rotas, de besos y caricias dadas en falso, lo que había vivido se convertía en su peor momento, sus sueños se convertían en pesadillas de las cuales quería despertar.

La caminata se hizo larga y perturbadora, donde había un cero de tranquilidad para un corazón desesperado de encontrar su amor, el amor que se encuentra perdido, ese que encuentras en lo más oculto del inframundo de la calle, y siendo difícil de encontrar; como divisar un dodo en un zoológico en pleno siglo XXI, se convierte en lo impensado e imaginable por aquellos que vivimos en el delirio de amor; encontrar nuevamente a la persona que amas e internarlo como dos desconocidos; cosas como esas no suceden en la calle.

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