Pienso que existo

y mi realidad es inconformista.

Nunca sé lo que quiero

y lo que tengo

me parece demasiado.

Vivo en abundancia

y sigo insatisfecha.

Nada me parece bien.

El bien no existe

en este mundo de locos.

No hay justicia.

No hay pena.

No hay paz.

Por ello me culpo

en esos ratos incontrolables y cíclicos.

Cuando no veo el amor

en las calles

y las noches se me hacen tan largas como los días.

Y brota de mí la rabia

por no saber qué hacer

con tantas emociones inexpresables.

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