El hombre del blues solitario que da cuerda a la noche y se derrite con el sol

El hombre del blues solitario que da cuerda a la noche y se derrite con el sol

Guill Mer

14/02/2018

Con el corazón golpeándome en la garganta subo las últimas escaleras del metro Tribunal, la calle palpita llena de gente, en la puerta del Penta tres chicas impolutas perfectamente diseñadas comentan a gritos algo sobre un perro y el váter, una vieja historia que las hace reír a carcajadas, la lluvia comienza a caer golpeandome en la cabeza, el pelo mojado me hiela la cara, acabo de salir de trabajar, la espalda arde, y rodeado de fiesta completamente sobrio, veo a la gente cerveza en mano gritar a la vida, yo muevo mi cuerpo hacia el portal, lo único que quiero es cerrar la puerta tras de mi, apagar todo esto y quedarme yo conmigo… Esta noche la luna es turbia, cubierta por un manto de nubes deshilachado colorea de amarillo al viejo hombre borracho que me recibe cada madrugada con su blues solitario, está en su esquina de la calle Palma rodeado de sombras, cabeza gacha, estómago vacío, su banyo posado levemente en el regazo, sus brazos muertos movidos por un poeta titiritero desde uno de los balcones de arriba rasgan y golpean, he imaginado cientos de veces la vida de este hombre, siempre solitaria, siempre triste, llena de fracasos, de oportunidades ignoradas. Ahora derrotado se fusiona con la noche, con las calles oscuras de estas horas, es el alma de la ciudad y marca su tempo, la ciudad llora con el banyo de este hombre y a mi me abraza cada noche… Sin atreverme a detener mi cuerpo reduzco el paso, y me dejo invadir por lo macabro y poético de su silueta, no tiene rostro pero me habla con su música y me dice que fluya, que nada importa a los ojos de nadie, me da de su cigarro y me susurra: «túmbate en el suelo junto a mi y simplemente inspira cada mota de cielo, redúcete a lo mínimo, cántame tus miserias…» Pero yo sigo andando automatizado y lo dejo atrás, y su murmullo va desapareciendo junto con esa sensación de auténtica cordura, de alas extendidas, de vuelo nocturno… Esquivo a tres tipos que andan agarrándose unos a otros para no caer, le cantan a la noche algo que solo ellos entienden, la puerta me detiene, apuro el cigarro y embarco en mi propio viaje…

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