Camino solo, sin rumbo fijo, bajo miles de estrella que hacen más versátil mi camino, mi cabeza es una máquina inhumana.

Mis pasos cada vez son más lentos, me cuesta alzar los pies para poder llegar a ese lugar que aún nadie conoce, el lugar donde mis pensamientos y deducciones sobre el mundo se encuentran para hacer un solo caos y permitir que mi cerebro naufrague bajo muchas tempestades de ideas absurdas que cobran vida y que nunca nadie podrá entender por miedo a comprender lo extraordinario. Pero… ella estaba sentada en aquel banquillo, fumándose un cigarrillo y de lejos podía notar lo deteriorados que estaban sus pulmones de tanto humear recuerdos (aunque suene irónico). Sus labios rojos y marchitos de tanto besar al infinito me recordaba a miles de números haciendo fila para que los seleccionara en algún aniversario o fecha especial ¿tan mendigos somos que suplicamos un beso o una caricia como rutina de lealtad? Somos masoquistas en todo el sentido de la palabra; pero yo sigo sin hallar mi paz interior, mis recuerdos se camuflan detrás de mis miedos y no deja que sea libre, los demonios ya no están bajo mi cama, esta vez caminan conmigo, charlamos y la gente piensa que estoy loco. ¿Pero no es así monstruo maldito? El universo lo está, entonces no veo porque yo no, mi locura es desadaptada y quizás, solo quizás, se enamore primero este espectro antes que yo. Fue entonces cuando en ese momento hicimos conexión visual y pude asimilar que ya contaba con una colega formidable. ¿Pero, si no hubiese encontrado a nadie, podrían mis especulaciones explotar hasta matar a la humanidad?

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