Era otoño. Las hojas de los árboles caían al igual que mi vida. Poco a poco, lentamente.Tumbada en mi cama de madera contemplaba la lámpara verde de mi habitación mientras pensaba en diferentes estrategias o planes para escapar de casa. Esto es un auténtico infierno. Peleas, discusiones, cero amor…. no parecíamos una familia, éramos una especie de manada luchando por un trozo de comida…

Al fin di con un plan brillante. Esta noche mis padres se van de cena de empresa a un restaurante cerca del mar donde se casaron y significa que estaré en casa sola, teniendo la oportunidad de escaparme. Preparé todo lo básico para sobrevivir rápidamente y me dispuse a salir por la puerta. Me habían encerrado en casa pensando que no podría salir a ningún lado pero lo que no pensaron es que tengo una copia de la llave que hice a escondidas. Soy muy lista.

Salí de casa pero antes deje una simple nota que decía: adiós, llevaros bien. Caminaba por las calles sin saber a donde ir hasta que me encontré con un pequeño bazar que resaltaba. Entré y me compré algo para comer y de repente, vi al dependiente y mi corazón dio un salto de felicidad.Vaya ojazos y vaya sonrisa pensé… él también me estaba mirando y eso me ponía aún más nerviosa.

¿Cuánto es? le pregunté. Nada, invito yo pero esta noche me debes una cena. De acuerdo, dije sonriendo. Y añadí: ¿Dónde sería? es que no tengo casa, me acabo de ir para no volver. Si quieres te puedes venir a la mía y cenamos allí. Me parece perfecto.

Cenamos súper agusto con el calor de la chimenea y su olor a leña quemada. Me recordó mucho al otoño. Un impulso me hizo decir: me gustas mucho, comenzamos una relación? y él sin pensarselo dos veces me dijo: claro que sí, tu también me gustas.

Pasaron toda la noche abrazados sentados al lado de la chimenea mientras se besaban apasionadamente.

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS