La calle que conozco es un idilio de ideas, sueños, historias y cuentos de nunca acabar. Sí, aquellas calles de cemento gris, pintadas de colores amarillo y blanco, muestran las historias de transeúntes, taxistas, viajeros y demonios humanos.

La calle es arquitectura y silueta que puede ser llamada «las curvas de la bella mujer» esas mismas que guardan los secretos de las más dulces emociones, tropiezos y recuerdos de aquellos que murieron por no saber controlar sus deseos.

La calle, es un encuentro con los sonidos, el ir y venir de los demonios humanos (personas), donde piensan como hacer daño y otros como ayudar, donde los arboles cantan al pasar la brisa, donde el sol y la luna se muestran al resplandor de su gracia para abrigar sus mil historias esas de nunca creer. Donde la calle, es la magia, la amiga y la compañía eterna donde se ama y se llora, se ríe y se canta, donde se vive y se muere, donde se destruyen las emociones y se vive la adrenalina de la realidad de nuestro días.

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