«No lamentes las situaciones desgraciadas, a veces es duro, lo sé. Pero la vida es sabia. Por eso abran los ojos, dejen de ver y comiencen a observar, será la única forma de evitar las desgracias. Sientan, vivan.»

VIEJO LOCO

He caminado dos horas por este centro cultural, es interesante observar cada una de las disciplinas que se exponen, pinturas, esculturas, música folklórica, vestimentas y divertidas actividades.

Hace quince minutos un hombre se subió a una tarima y comenzó a gritar a la gente para captar su atención, ¿Quién no se va asombrar al ver un hombre semidesnudo bailando y gritando como hombre pájaro? La cultura Rapa Nui siempre ha sido de mi interés, y al parecer de los demás también. Cuando capturó los ojos de aproximadamente cincuenta personas, seleccionó a cinco, un niño de diez años, un joven de veinte, una mujer de treinta, una señora de cuarenta y a un viejo de ochenta. Cuando ya los tenía reunidos un equipo de la producción del lugar acomodó cinco pizarras y le entregó a cada uno de los que ahora eran participantes un lápiz, la instrucción era simple «Un mensaje al mundo». Observé a cada uno de ellos, el niño no sabía qué hacer y miraba hacia la multitud, tal vez a sus padres, el joven estaba pensativo, la mujer de treinta se mostraba ansiosa y la de cuarenta se concentró en el pizarrón, sin embargo el anciano se quedó inmóvil observando a todos los espectadores, y ví que muchos al igual que yo se vieron algo intimidados por su frívola mirada. Sonó un pito y comenzaron.

Todos los textos eran completamente adecuados a la edad de quienes los escribía, pero cuatro de ellos eran muy personales, muy apegados a las experiencias y etapa que vivían, frases como “Déjennos soñar, reír y jugar” “Tengo veintiuno, dos hijos y un sueño, no dejes que las malas lenguas te detengan” “Sé su juguete cuando quieras serlo, se su novia cuando lo merezca” “No tengas miedo a los cuarenta, el sexo se siente mejor”.

Tal vez yo sea muy exigente, pero no veo tanta calidad en estas frases, solo veo egoísmo, a excepción del niño y el abuelo, los demás muy egocéntricos. La condición era clara “Un mensaje al mundo”, yo esperaba leer algo potente pero solo uno logró llamar mi atención, y a la de todos, creo. El ganador estaba definido desde el momento en que el abuelo fue seleccionado y nos miró a todos concentrándose en escribir un verdadero mensaje. Sus palabras logran llegar y su experiencia de vida es capaz de tocar a quienes realmente valoramos la vida.

El hombre pájaro pidió aplausos cada vez que se posicionaba frente a un pizarrón y como era de esperar el viejo ganó por lejos. Posterior a eso una joven se le acercó y le entregó un bonsái, un cedro japonés de treinta centímetros y un tríptico con información para cuidarlo. El hombre agradeció asintiendo con la cabeza y luego se quedó en silencio observando el premio, al regresar de lo que yo creo son sus memorias se volteó, camino hacia el niño y le entregó su árbol de maceta, la gente comenzó a aplaudir, él nuevamente asintió con la cabeza agradeciendo a todos y se retiró humildemente. “Viejo loco” como se hizo llamar en el texto.

Se dice que unos de los mejores cumplidos para un piloto de avión es felicitarlo por su maniobra de aterrizaje, claro, solo cuando esta es delicada y perfecta. Sin embargo, a pesar de que esto es distinto siento la necesidad de acercarme para agradecer y felicitar al hombre por su gesto, me parece completamente noble y maduro, lo mejor del día.

A diez pasos de él, y a unos veinte metros de la multitud el viejo comenzó a caminar más lento hasta detenerse, se volteó para volver a mirar el lugar y apretó sus puños, me gire para también observar, pero nada ocurría, hasta que caí al final de la calle, ahí donde iba el niño a quien le obsequió el bonsái y la que debiera ser su madre. Volví a mirar al anciano y se había alejado unos pasos, así que corrí para cumplir con lo mío.

-¡Señor!

El hombre dio un pequeño saltito de susto

-¿Qué sucede?

-Solo quería agradecerle por lo que acaba de hacer, es usted admirable.

-¿Te parece admirable?

-Por supuesto, desde el gesto con el niño hasta su mensaje, usted si aprovecho el mural.

-¿Un mensaje?

-¿Qué?

-No se sienta ofendido, lo que hice no fue más que reflexionar sobre mis errores, es triste tener que llegar a viejo para percatarse de lo que es realmente importante.

-Señor…. bueno, de todas formas así lo veo y le agradezco el momento, fue inspirador.

-Gracias.

Nos miramos unos segundos, no fue incómodo, al contrario, ese espacio me dio confianza para seguir.

-Señor, no puedo entender, déjeme debatir un poco; los otros cuatro textos para mí no fueron más que expresiones mezquinas, carecían del fin de entregar un mensaje, sin embargo lo suyo deja mucho para pensar.

-Para mí también hay cuatro expresiones egoístas, incluyendo la mía.

-¿Cómo? ¿Por qué?

-Lo dije, transcribí mis errores, mi experiencia, no deja de ser distinto a los demás adultos, además no lo hice con intención de entregar un mensaje, solo quise plasmar…. ya sabes, lo mal que he hecho.

-Pero usted ganó.

-No debería haber ganado.

-¿Quién más entonces?

-¿Quién se llevó el premio?

-¿El niño?

-Sabes hijo, yo no sé qué debe pasar en el hogar de ese pequeño para que a esa edad esté escribiendo “déjennos soñar, reír y jugar”, tal vez sea cuestión mía, pero al momento de recibir el premio sentí que el verdadero mensaje al mundo estaba escrito por él.

-……….

-¿Por qué callé?….. Insisto, no sé qué pasará en ese hogar, pero tal vez si todo el mundo hubiera dado a ganador al niño su madre sí que se hubiera ofendido ¿Entiendes?

-Entiendo.

Fin.

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