Sombras en la noche.

De noche, en la calle, una calle a oscuras donde los sentimientos y la inseguridad están presentes. El vaho que sale de la boca al exhalar, la solitaria calle. Las farolas alumbrando de forma tenue. Una sensación de no estar sola, una sensación de que te vigilan, te miran, te analizan, la inseguridad que solo surge en la oscuridad de la noche y que por el día se mitiga.

Aún en esos momentos en los que te sobrepones a tus miedos y sensaciones, corres peligro, el peligro de ser atacado por alguien en una sociedad donde el agresor se esconde en la oscuridad de una esquina para sorprender a su víctima por la espalda.

Por eso nunca te esperes lo inesperable, la calle es la calle; y de noche puede ser o el momento de descanso del día atareado, o un mundo de inseguridades.

Las personas cambian, nunca son iguales. Al igual que las sombras nocturnas con sus caretas, que al salir el sol se deshacen de ellas con la esperanza de parecer amigables y poco austeras. La gran verdad es la sensación de pena, dolor y temor que surgen al encontrarte con una. Al igual que un mimo, parecen seguras cuando es todo lo contrario.

Cuando más segura te sientes, más temor deberías tener.