DONDE MUEREN LOS BESOS

DONDE MUEREN LOS BESOS

Donde mueren los besos

Siempre que regreso a la calle Gran Capitán me recibe una niebla densa, una niebla maldita que lentamente penetra en mis huesos, traspasa mi alma y enturbia mi percepción, no me deja ver con claridad las sucias baldosas, blancas y rojas, que me conducen al lugar donde dejo de ser la madre para volver a ser la hija. Regreso al lugar donde pierdo mi nombre. A medida que recorro las gastadas baldosas, se agolpan los recuerdos, dispersos y caóticos, de diferentes tiempos que quedaron muy remotos…y así recorriendo la calle aparecen ante mis ojos la vieja tienda de golosinas, donde los abuelos nos malcriaban con los chupachups sagrados de los domingos; la mercería de Sabino, donde nunca faltaban las «bragas a todo terreno» del mejor algodón, el más resistente; Los Quesos «El valle», donde adquirías el mejor queso manchego de la comarca; la droguería de Alicia, donde vendía productos de limpieza de imposible pronunciación, y así hasta llegar al portal de mi destino. Como siempre sé lo que va a suceder, yo me agarro con fuerza de la mano de mi pequeño Virgilio, en caso de que me pueda romper. Y ahí llega, sin avisar un grito plañidero de una voz conocida:

-¡Ay, si lo viera tu madre!, la pobre, qué ilusión más grande le haría, con lo que ha trabajao, como una bestia, bien lo sabe Dios.

A mí me se me hace añicos el corazón, pero sonrío educadamente, intercambio unas palabras y me aproximo, al fin, al portal que he atravesado infinidad de veces, donde he pasado, a la intemperie, veranos sofocantes y crudos inviernos creando fantásticos universos infantiles con las vecinas. Un pequeño rincón donde se esconden besos secretos y palabras prohibidas de una juventud dorada, de donde salía victoriosa e uniformada hacia mi primer empleo, donde las charlas de las vacaciones de verano duraban hasta el amanecer… una época feliz. Sonrío para mis adentros, pero mi sonrisa se desvanece al atravesar esa puerta. Me recompongo, pues he de ser fuerte y emprender el viaje para reencontrarme con ella…Y ya dentro del vestíbulo del Infierno comienzan los vecinos a entonar sus cantos. Yo me aferro a la mano de mi pequeño Virgilio, pues he de soportar los reproches sobre la soledad y el carácter del viejo, y lo mala hija que soy tras abandonar el barrio y la ciudad en busca de una vida mejor… por un instante, me golpea la culpabilidad, pero no me detengo y me dirijo al ascensor para proseguir el viaje. Llego casi a lo más alto, miro a mi derecha, donde se puede palpar, a través de las rendijas de la puerta, un profundo odio familiar hacia mi persona, que se extiende hacia los míos, donde una vez hubo amor fraternal, ahora ya solo queda un rencor mudo. Pues la avaricia y la envidia puede corromper hasta aquellos que pertenecen la misma sangre. Lo dejo atrás. Ya he llegado a mi destino:

Al pasar por la puerta del antiguo hogar, saludo al viejo. En apariencia, podría resultar un hombre hosco y serio. En absoluto lo es. Lo que lo hace parecer tan serio es que nunca sonríe. Papá es un abuelo viejo de los pies a la cabeza. Con su gorra de lana, sus gafas hipergruesas, su pañuelo de tela, sus manos temblorosas y su mirada vidriosa. Y como mi padre es una persona que habla a través de la mirada, se puede ver a través de ella el reflejo de los recuerdos. La mirada de papá es como mirar dentro del alma: Si observas atentamente, puedes ver una historia, la de papá delata una historia de amor que acaba con un beso. Sin embargo, papá no da besos, los besos se marcharon para no volver.

Aunque la estancia esté a oscuras, siempre siento que me envuelve un resplandor de destellos anaranjados que se cuelan por la ventana, como si comenzara de nuevo el otoño…entonces me dispongo a buscarla, la busco por todas las habitaciones, la busco en los armarios, la busco en los fogones, hasta que me siento rendida en un rincón de su habitación, totalmente abatida, y es justo cuando escucho desde su butaca una voz ronca, apenas un susurro audible:

-¿Es que no me vas a dar un beso?

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS