Los gallinazos rojiblancos

Los gallinazos rojiblancos

Salí de casa temprano, eran las 5 de la mañana, a pesar de lavarme la cara sentía las ganas de volver y seguir durmiendo, pero necesitaba confirmar lo que escuche. Debía volver a casa antes de la 6 trayendo pan, serviría de excusa por mi repentina salida.

Tengo que verlo con mis ojos, aquel viejo dijo no estar mintiendo, no sabía si creerle, de niño me enseñaron a no hablar con desconocidos, pero aquel hombre capto mi atención con lo que me había dicho y no pude evitar escucharlo.

Seguí avanzando, había avanzado ya unas 3 cuadras, entré a una calle con veredas quebrajadas, la carretera estaba cubierta de piedras, no recordaba haber visto una calle así de pobre en mi vida. Comencé a creer que me estaba perdiendo, las casas eran parecidas, algunos de un piso de ladrillo sin pintar, otras hechas de adobe, algunas de 2 pisos a medio construir y algunas que me daba lástima describir.

Esta debe ser una de las calles de extrema pobreza, no sabía que existían de este tipo aquí.

Entonces comprobé lo que vine a buscar, unos niños empezaron a salir de un callejón. Los vi rebuscar en las bolsas de basura dejadas una cuadra más allá, ubicadas en un bote de basura en la esquina.

Empezaron a abrir las bolsas, por lo que se veía, intentaban encontrar algo «útil», decidí echar un vistazo al callejón de donde habían salido.

La entrada estaba vacía, pero al adentrarse, el lugar era como un campamento, tenia tendederos, y al parecer dormían en suelos con algunas sábanas. No obstante ver la situación me provocó una tristeza profunda, decidí salir de ahí lo antes posible, no es que yo sea un mesías para tener la capacidad de hacer algo y tampoco queria llamar la atención de alguien que pueda ser agresivo.

Espero que esto al menos sacie el hambre de esta mañana.

Pensé en eso cuando le entregué a una niña la bolsa de pan que traía conmigo. Me agradeció y fue corriendo donde una señora que traía un bebe en brazos y desapareció dentro de la oscuridad de aquel callejón.

Ya al atardecer volví al encuentro con el susodicho.

-Ahora sabes que tal esta la sociedad hoy en día- dijo el anciano mientras se sentaba en la banca.

-Usted otra vez, yo ya sabía de la existencia de lugares así- respondí al hombre mientras le entregaba la bolsa con su pedido.

-Y por tu cara, sé que ingresaste al callejón- continuó el anciano, mientras le daba un mordisco a la empanada- es como esas historias de terror, pero reales chico.

-¿Por qué me enseñaste eso?- pregunté intrigado- ¿no sería mejor decirle algo a la policía?

-El estado es el que debe hacer algo- respondió con enojo- pero ¡Bah! que pueden hacer un montón de hombres que se dejan llevar fácilmente por el dinero, ellos son los verdaderos gallinazos, que se aprovechan de los moribundos, y envenenan esta nación.

-Pues mi profesor dijo algo parecido, no es que este de acuerdo, pero no se como va ese mundo de la política- dije estirándome en la banca.

-Yo fui profesor, quise ayudar a los necesitados, pero los verdaderos necesitados de educación son aquellos que no tienen idea de como manejar este gobierno- continuó quejándose el anciano a mi costado.

-Escuche que lo arrestaron por golpear a un político, ¿es cierto?, debió merecerlo ¿no?

-A cocachos deberá aprender, pero fue mala idea, perdí mi trabajo y mi título, esta es una lección de vida para ti, no usar la violencia en frente de todo un congreso.

-Se me hace tarde, puedo volver mañana, quisiera que continuará esa historia.

-¡Ha! Agradezco el intéres, ahora te contestare la pregunta que me hiciste al principio. El lugar donde nací fue en un callejón como ese, mi madre me dio la educación necesaria, solo así pude salir de allí, quiero que sepas que solo con educación progresas en esta vida, darle todo tu dinero a esa gente pobre, no ayudará mucho, a lo máximo podrán sobrevivir, pero no progresar, y volverán a su situación anterior, es el error de la sociedad, le das al pobre una moneda para comprar pan, que solo durará un día, pero si le das educación, el sabrá progresar, podrá tomar el dinero e invertirlo para conseguir más, porque el hombre es un ser que piensa y sabre sobresalir si se esfuerza. Si transmites esto podrá llegar a un joven como tú, que podría volverse el próximo congresista o presidente, y entonces él sabrá que hacer para apoyar a su país y hacerlo progresar.

-Suena como un sueño-reproché- díficil de cumplir.

No olvides traer una de esas empanadas mañana- dijo con una sonrisa.

Al despedirme de él, prometí volver al día siguiente, tal vez no sea un mesías o un buen samaritano, pero lo que te enseña la historia de los viejos es más que útil para no cometer los errores del pasado.

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