Sus manos temblaban debido al clima frío. Intentaba caminar por las calles desiertas de la cuidad, su mente no dejaba de torturarla, de recordarle lo patética y cobarde que había sido en los años pasados. Estaba de acuerdo con eso. Todo lo que había hecho esos años fue malgastar su juventud, tirar por la basura todo lo bueno que había logrado alcanzar. Lagrimas se deslizaron por sus mejillas. Ya no tenía familia ni casa. Nunca más podría abrazar a su papá o decirle a su mamá cuanto la abmiraba y amaba.


De pronto sintió algo calido deslizarse de su nariz, sabía perfectamente que era sangre. Sus pies ya no podían dar un paso más y se desplomó. Vio por última vez las calles que empezaba a considerar su hogar, antes de cerrar sus ojos para siempre.

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