A John siempre le gustaron las estrellas, ese fulgor en la planicie del sideral, aquella calma que lo hacia respirar, vivir.

En la mullida cama de plaza y media, recostado por encima de las sabanas revueltas, John miraba el techo color yeso, destacando las resplandecientes constelaciones verde fluorescente que recordaba haber puesto en su niñez. El labio aún ardía como el infierno, roto por toda la comisura de la boca con restos de sangre seca, la nariz le dolía y podía apostar que su pómulo ya se había amoratado, mañana podría maquillarlo.

Y a pesar que las lagrimas seguían surcando su maltratado rostro, John pudo jurar que la tormenta ya había pasado, para el día siguiente fingiría que nada había pasado, probablemente su padre haría lo mismo, hasta ya estaba practicando la excusa que le daría a su entrenador de natación para evitar un desastre.

Si, todo ya había pasado, o eso quiso creer hasta que un intruso se colara por su ventana a esas horas de la madrugada.

La impresion casi hizo saltar a John de la cama con el corazon a mil, era Gaspe quien habia ozado a entrar a la habitacion. A John casi le daba un paro cardiaco al reconocerle, poniendose nervioso y rogando que la oscuridad ocultara sus heridas.

-Mierda Gaspe, que no me asustes así.

Gaspe era su mejor amigo desde hace 6 años y su pareja desde inicios de año. Un chico alto y extremadamente delgado de cabello rizado color miel, combinado con unas suaves pecas y unos bellos labios rosa.

A Gaspe no pudo importarle menos la exaltación de su novio, no cuando sus ojos aguados le rebelaban lo que de alguna forma él ya sabía. La pena y la rabia le consumieron hasta lo más profundo de su ser, queriendo gritarle al mundo que se jodiera.

-John… -susurró suave Gaspe, corriendo en busca del chico y acunando su rostro malherido entre sus manos, mirándolo tan intensamente que John estuvo tentado a volver a llorar- Amor… ¿que a pasado? ¿quien fue?

-No es nada cariño -tembló John afectado, desviando la mirada y queriendo salir corriendo. No sentía la fuerza ni la moral para recordar todo – Yo… sabes que soy muy torpe, la baranda de la escalera estaba suelta y yo…

-John -le interrumpió Gaspe con el seño fruncido sin creerle una pisca- ha sido tu padre de nuevo ¿verdad?

John apretó sus labios, mirando a su novio. Su rostro se arrugó dolorosamente y las lagrimas volvieron a aglomerarse en sus ojos, ahora mas roto que nunca. La escena trizó el corazón de Gaspe, también a punto de llorar con la impotencia de no poder hacer absolutamente nada. Por un demonio que dolia.

-Es que… -A John le tembló la voz, sollozando sin contención- él leyó nuestras conversaciones por chat y… y-yo de verdad las iba a borrar, lo juro.

Gaspe posó sus dedos sobre los labios del chico, callándolo por unos segundos. Obviamente había un serio problema en la vida de la pareja y ambos sabían que a este paso terminarían muertos. No fue hasta que desidió todo en su mentes que él le tomo la muñeca a John, guiandolo de vuelta a la ventana aún avierta.

-Nos vamos -sentencio con voz gruesa, tan seria que parecía ser otra persona, John negaba con la cabeza aterrado por la idea.

-No puedo. De verdad que no Gaspe, si mi padre se entera me matara.

-Pues primero tendrá que matarme a mi -respondió el joven aún cortante, sacando una pierna y luego la otra, usando como escalera el marco de otra ventana del segundo piso.

Antes de saltar a tierra firme Gaspe le extendió la mano a John, rogándole con la mirada que confiara en él. Por otro lado John miraba la mano de su novio con miedo. luego contemplo las luces de la calle y el cielo por el que no aparesería el sol por muchas horas más.

Trastabillo alejándose de la ventana, levantando la vista hacia las estrellas de plástico, era elegir entre su techo o el verdadero cielo nocturno, miró la puerta de su cuarto, temiendo que alguien los encontrara en evidencia. Finalmente taciturno tomó una silla de su escritorio para atrancar la puerta.

Cuando sacó las piernas hacia el vacío sentado en el marco de la misma ventana, se dió cuenta de la magnitud de sus actos. Podía ser el comienzo de algo…o el final de todo.

Al salar, sintió como una parte de si mismo de separaba de él, como si al dejar aquella fea casa estuviera renunciando a un pedazo de su alma y al recuerdo de su misma madre, y así como callo al húmedo césped se sintió mas ligero, casi flotando.

Gaspe ya le estaba esperando en el viejo automóvil de cajuela negra. Sonriendo al notar a su novio caminando por el jardin y subiendose al copiloto.

John, arremangandose su cortaviento negro, miró a su novio más seguro que nunca. Gaspe le tomo la mano fuertemente y le dió un vasto beso.

Tal vez fué el miedo a su padre o el amor de Gaspe lo que lo orilló a huir de su espantoso barrio, o tal vez fué el hermoso cielo estrellado de esa madrugada, ya no importaba. Solo quería pensar que una de esas resplandecientes luminosas era su querida madre susurrándole que empezaría el viaje de su vida. Y así como John lo pensó calló dormido entre el asiento de cuero sintético y una mano cálida anclandolo al aliento nocturno.

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