Así como abrí los ojos lo supe, me sentí distinta, liviana, aliviada, pero no quería mirar hacia atrás. Vi a Julio durmiendo a mi lado plácidamente, me dio mucha pena por todos estos años juntos, por todo lo que ha hecho para mantenerme a su lado, y por los chicos.
Me senté en la cama, y vi tanta luz que arrugué los ojos, respiré hondo e hice lo que tenía que hacer, me miré, luego resignada, algo angustiada, pero en el fondo llena de alegría, emprendí mi viaje de ida.
III Concurso de Historias del viaje
OPINIONES Y COMENTARIOS