Así como abrí los ojos lo supe, me sentí distinta, liviana, aliviada, pero no quería mirar hacia atrás. Vi a Julio durmiendo a mi lado plácidamente, me dio mucha pena por todos estos años juntos, por todo lo que ha hecho para mantenerme a su lado, y por los chicos.
Me senté en la cama, y vi tanta luz que arrugué los ojos, respiré hondo e hice lo que tenía que hacer, me miré, luego resignada, algo angustiada, pero en el fondo llena de alegría, emprendí mi viaje de ida.
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