El viaje de mi vida

El viaje de mi vida

Ntr Global

03/08/2018

Y a día de hoy me encuentro aquí, haciendo el viaje más largo que una joven de 17 años podría hacer. El viaje de su vida, literalmente hablando. Sí, de la mía.

Me cuesta creerlo aún. Me cuesta creer todo lo que he tenido que vivir, tanto dolor soportado que aun las cicatrices me escuecen y no culpo a nadie. No, la culpa es sólo mía de lo gilipollas que soy, supongo.

Insultos, bullying, abusos, desprecios, miradas que asfixian, ahogan, acuchillan, traicionan y asesinan. Vamos, lo que cualquier adolescente desea al soplar las velas de cada uno de sus putos cumpleaños. Cumpleaños que por supuesto nunca celebro por no revivir de nuevo todos esos hechos de mi vida. Hechos que me han convertido en la persona que soy ahora y quizás por ello, no les guardo ni una pizca de rencor a esas personas que me hundieron ayer, me hunden ahora y lo intentarán mañana. Encima tengo que darles las gracias por hacerme fuerte y mejor en cada etapa de mi vida.

Pero ser fuerte no significa que no fuera (sea) frágil, que lo era (sigo siendolo) y mucho. Demasiado sensible diría, aunque lo intentase disimular porque realmente me daba vergüenza de que alguien viera y supiera mis debilidades. Y os preguntaréis ¿a quién no? Sí, lo sé. Pero cada vez que lo camuflaba no me sentía bien, es como si yo misma me estuviera haciendo aun más daño. Y duele. Duele tanto no poder ser transparente y ser simplemente lo que eres. Que me llevó a crear capas haciendo el efecto contrario a lo que pensaba, creía y quería. Me llevó al islamiento, a no dejar que nadie entrara en mí por miedo a que me rompieran tan sólo con un roce.

Y así fui, haciendome fuerte por fuera y muy frágil por dentro, construyendo en cada paso más inseguridades de las que ya tenía. Desde no gustarme hasta querer acabar con mi vida. A querer poner el punto final a esta historia que había empezado hacía 17 años. Y no juzgarme porque al final la vida es un camino. Un trayecto que recorres en autobús, tren, coche o avión y al final acabas estacionandote en el lugar que crees conveniente. Este viaje no iba a ser distinto.

¿Que por qué no lo hice? Pues porque comprendí que ser frágil no es ser débil. Así que supongo que aún me quedan unos cuantos kilómetros más por recorrer y hasta que llegue el momento allá a donde voy le digo a la gente que prefiero que me llamen viajera porque son las once de la noche en otro país y aún no tengo reservado el hotel.

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS