El verdadero viaje. Destino: ella.

El verdadero viaje. Destino: ella.

Matias Vadala

12/07/2018

No lo podía creer. Aquí estaba, mis pies caminaban el suelo de Buenos Aires. Esta vez no era un sueño. Aunque Oriana no puedo recibirme no me importó. Ya estaba aquí, nuestro encuentro era inevitable.

Vibró mi teléfono celular. Era ella.

  • – Hoy tengo partido 14:30. Necesitamos ganar, sino podríamos descender. –

Quería apoyarla. Tuve la necesidad de ir a verla. Mi impulsividad dominaba completamente mi ser racional. Ese día era 100% ello según lo que Freud planteó alguna vez en sus libros. ¿Le gustará verme allí? Me pregunté. No pensé mucho y reparé en tomar rumbo hacia donde ella.

Cada paso hacia su club de handball aumentaba razonablemente los latidos de mi corazón. Un hombre mayor, de tez morena y voz gruesa me guío hacia la entrada a las canchas. Llegué y allí estaba, tan hermosa, infinita, como lo había soñado. Sentí mi corazón a punto de estallar. Mis manos sudaban.

Terminó el partido. Se dirigía hacia los vestuarios, como si todo fuera normal. Yo estaba ahí a un lado. Me reconoció y me abrazó. No quiero estar nunca más entre otros brazos me dije.

Cruzamos pocas palabras la verdad, yo contaba con poco tiempo, debido a que tenía que buscar estadía por esa semana que iba a estar en buenos aires y acomodar mi equipaje y mi equipo de trabajo. Me esperaba una ardua jornada laboral. Pero al fin y al cabo nos besamos. Al fin nuestros labios se encontraban y podían palparse.

Llegó el momento. Era mía día libre. Me dirigía hacia la parada de colectivo a buscarla.La buscaría hasta el fin del mundo si fuera necesario.

Llegó quejándose:

  • – No puedo más – Sonrió con la sonrisa más hermosa que alguna vez había visto – esta subida me mató.
  • – No te quejes – reproché – Tampoco es para tanto. Cómo estás?
  • – Bien, un poco perdida. No me ubico mucho en esta zona.

Y yo estaba perdido en ella – además de que estaba solo, en plena Capital, y sí, geográficamente también estaba perdido –, en su voz, sus ojos, su cuerpo. En cada detalle me resultaba perfecta.

– Decímelo a mí que vivo en Rosario. Es otro mundo para mí.

Como el tiempo no era mucho reparamos en que lo mejor era concurrir a mi hotel.

Ahora ella era más que una pestaña de chat, era una hermosa mujer que estaba semidesnuda en mi cama.

Esa tarde diluvió. Nos empapamos cada parte del cuerpo en placer. Sus fluidos eran la miel más sabrosa que jamás había probado. Cada parte de su cuerpo era hermosa, sus gemidos las más bellas notas musicales y su cuerpo una hermosa canción, llena de hermosas poesías.

El tiempo se acabo y tuvimos que despedirnos, ella regresaría a su casa y yo hacia Rosario.

Y así fue como cada uno tomó su rumbo. Una vez camino a mi ciudad no sentí volver a Rosario. Sino alejarme de ella.

  • – Te quiero mucho – me dijo mientras me abrazaba.
  • – Yo también. – respondí.


Una vez en Rosario, mi euforia perteneciente a tal encuentro iba disminuyendo bruscamente. No sabía por qué. Si todo había salido perfecto me dije a mi mismo.

Lo cierto es que, como a las mujeres, mi intuición no me falla. Y esta vez ella me decía que había algo de lo que dudar, que quizá soñé demasiado a comparación de ella. Que nuestros deseos podían no ser los mismos. Yo había bailado sobre demasiada piel y ella recién comenzaba a andar ese camino.

Una tarde como cualquier otra, mientras mantenía con Oriana una conversación como cualquier otra, me confesó:

  • – Tenemos que hablar de algo muy serio. – Dijo
  • Yo, que ya me las veía venir, me anticipe:
  • – Dime, estás saliendo con alguien. – ¿Por qué pensaba esto? Recuerdo una conversación donde yo le comentaba lo mucho que deseaba estar junto a ella si alguna vez viviera en buenos aires. A lo que ella me respondió: no te aproximes, ¿Y si antes encuentras a alguien en Rosario? Supe entonces, que la pregunta no era para mí, sino que se la hizo a ella misma. – No te preocupes, ya lo presentía. Está bien – Agregué.
  • – Si. No, te voy a mentir. La verdad es que extrañaba mucho a mi exnovio. Volvimos a hablar y cuando lo volví a ver volví a sentir cosas que hace mucho no sentía. Me di cuenta de que siempre amé a una sola persona, que me cansé de extrañarlo.
  • – Está bien, no te preocupes. No tienes por qué hacerlo. – Intente tranquilizarla, después de todo, el amor nos confunde a todos.
  • – Créeme que siento mucha culpa. – se lamentaba.
  • – Tranquila, lo único que sí, considero que deberíamos dejar esto aquí. No me siento bien sabiendo que estás en pareja mientras mantienes contacto conmigo. De igual manera, quiero que sepas que no te guardo rencor.
  • – Está bien entiendo, hasta pronto entonces.
  • – Adiós, qué estés bien. Te quiero mucho, no lo olvides.
  • – Yo igual.

Por alguna extraña razón los ex’s siempre me jodieron la vida. Cada vez confirmaba más la idea de que la mayoría de las personas opta por volver a su primer amor, antes de arriesgar por conocer a otra persona. Más diablo conocido que ángel por conocer. Se venían a la cabeza las palabras de mi madre

Y así fue, como se eliminaron mensajes de chats de un año, y esperanzas de toda una vida juntos. En el fondo no estaba molesto. Sabía que era lo mejor para ambos, no la merecía. Sin ir más lejos siempre uve la manía de perderme en los primeros pechos que veía, hasta el día de hoy. Aun que sí, me dolió, quizá mi destino siempre fue estar solo. Aunque me dolía su corazón nunca fue ni será mío. Al parecer, nunca estuvimos conectados por ese hilo rojo.

Entonces me pregunté: ¿Nos volveremos a ver algún día en mis sueños?

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS